Alas blancas y ramas verdes para el mundo

Foto Marlene Herrera

Cuando les ves reír y cantar es como si el alma volara entre palomas, como ellos, libres en el viento. Sí, porque su alegría es de esa que contagia, que desborda a quienes les sabemos como la esperanza del mañana.

Y en esa lozanía, en su andar seguro y júbilo sin par, nuestros niños y niñas constituyen la más rotunda muestra de una paz de la que somos merecedores los habitantes de esta isla caribeña; paz que se construye por todas las manos pese a amenazas y arrecio de políticas hostiles en intento de quebrantar lo edificado.

Las horas matutinas desde el inicio de septiembre con los colores y sonrisas de la enseñanza, el retozo en plena porfía al sol en cualquier paraje, la vitalidad renovada en centros hospitalarios, el reposo sereno y aprendizaje en instituciones educativas como los círculos infantiles, hablan por sí solos del resguardo a derechos universales que derivan en ese anhelo para muchos en otras partes del mundo.

Así viven, ajenos a esas realidades que mantienen en vilo a padres e hijos atrapados en conflictos bélicos o hechos violentos que cobran víctimas inocentes, como los alrededor de dos mil 500 menores de edad escolar que durante el 2017 perdieron la vida por un arma en Estados Unidos, según un estudio publicado esta semana.

Así andan, correteando en los jardines y sobre las yerbas frescas sin temor a humedecerse con el rocío, entre las flores de los campos cual mariposas y colibríes. Caminan seguros, con consciencia o no de los pasos certeros de su país para contrarrestar, enfrentar los efectos y adaptarse al cambio climático.

En una tierra que como el resto del mundo siente los efectos nocivos de esta situación medioambiental, entre ellos citemos el incremento de la temperatura, cuya media anual subió casi un grado Celsius desde mediados del siglo XX, con los primeros 10 años del XXI como los más cálidos de la Historia, y un récord de calor de 39.1 grados reportado el 30 de junio de este año en la estación meteorológica de Veguitas, de esta provincia Granma; la acción ante la amenaza es otra oda de Cuba a la paz por el bienestar de sus hijos.

Para perpetuar esa sonrisa y propiciar su crecimiento sano, en garantía de sus sueños, este Estado insular despliega el plan Tarea Vida, que con base científica se enfoca en el cumplimiento de las cinco acciones estratégicas y 11 tareas para la protección de las zonas más vulnerables y favorecer la seguridad alimentaria, con la participación de todas las fuerzas posibles.

En la concreción e implementación de proyectos, como el manzanillero Costa Viva, de programas educativos, la adopción de prácticas respetuosas con el medio circundante, de faenas de concientización de las personas sobre la importancia de vivir en armonía con el ecosistema, está la acción climática por la paz, en consecuencia con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 13 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas para estos fines, de la cual Cuba es signataria.

Este 21 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Paz desde una visión ambientalista, comprometida con hacer frente al cambio climático, y en la Mayor de las Antillas se conjugan creatividad y razón para unirse al reclamo mundial por un planeta seguro y perpetuar la paz en esta porción de tierra.

Hoy, como cada día, desde aquí se piensa en blanco y verde, para que sigan riendo nuestros niños, inundando con sus carcajadas y travesuras de seres felices cada rincón, y lancen al aire con sus manos alas blancas portadoras de ramas verdes para el mundo.