La compañía desapareció durante tres años y es precisamente el Comandante en Jefe el que tiene la virtud y el valor histórico de haber revivido una institución que hoy en día no solo es un orgullo de la cultura cubana, sino un aporte de la cultura cubana a la cultura mundial, sostuvo.
Cabrera recordó que en la relación entre el líder revolucionario y el conjunto artístico sirvieron de enlaces dos personas: el doctor Julio Martínez Páez, quien fue Comandante del Ejército Rebelde, y el científico Antonio Núñez Jiménez.
Este último llevó al líder histórico de la Revolución, poco después de su triunfo en 1959, a casa del matrimonio Alonso, donde el entonces primer ministro indagó en las condiciones imprescindibles para contar con una compañía.
A raíz de ese encuentro, Fidel firmó un decreto-ley que garantizó la subvención de la entidad que pasaría a llamarse Ballet de Cuba y poco después BNC.
Según el historiador, el conjunto danzario tiene el honor de haber dedicado la primera función después del triunfo de la Revolución al Ejercito Rebelde y el gobierno revolucionario.
El catedrático reconoció la capacidad de Fidel como visionario y, en una declaración a la televisión local, lo definió como un pedagogo que ha hecho política enseñando.
También expuso que el sistema nacional de enseñanza artística de Cuba se creó después de la Revolución y se mantiene hasta la actualidad con resultados internacionales palpables.
A los bailarines y maestros simplemente nos ha tocado llenar una calidad y convertir el BNC en lo que es hoy: una potencia mundial, comentó.
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