Hazañas por la vida

Jacinto Del Llano, médico internacionalista de Manzanillo // Foto Denia Fleitas

Los manzanilleros Jacinto Abigail del Llano Rodríguez y Bernardo Martínez Osorio, además de coincidir en la decisión de ser profesionales de las ciencias médicas y formarse como especialistas en Medicina General Integral, comparten en sus hojas de desempeño laboral una de las misiones más nobles de la brigada médica cubana en otras latitudes del mundo.

Ambos pertenecieron al equipo asistencial cubano que combatió en tierras africanas el brote de ébola entre los meses finales de 2014 y los primeros del 2015, donde protagonizaron páginas de profundo estoicismo y sensibilidad humana.

“Como toda enfermedad grave teníamos dudas y temor por la limitada referencia. De este virus se conocía había surgido un primer brote en el 1976 en República Democrática del Congo, antiguo Zaire, y toma ese nombre por las cercanía del lugar de incidencia al río ébola”.

Así relata Bernardo aquella inolvidable experiencia. “No se supo más hasta el 2014, que comenzó un segundo brote en Guinea-Conakry, donde yo estaba trabajando. Por un pequeño niño en la frontera con Sierra Leona, se infectaron mamá, abuela, su hermanita de tres años, y todos fallecieron, con un cuadro clínico de fiebre altas, diarreas y vómitos, a lo que se agregó el sangramiento por varias partes del cuerpo”.

“Por las costumbres africanas de que previo al entierro se baña el cadáver y todos tocan el cuerpo en saludo de despedida, y de un vaso con bebida brindaban al inerte y luego tomaban todos, se expandió hacia Sierra Leona, Liberia, y luego presencia aislada en Estados Unidos, España y otros países”.

“En nuestro caso, digo nuestro porque compartía misión con mi esposa, fue impactante porque de allí emergió y fue, o lo sigue siendo, aterrador mencionar el ébola”.

Desde las mismas fauces de la enfermedad, que tuvo una tasa de letalidad de aproximadamente el 50 por ciento, según la Organización Mundial de la Salud, este hombre realizó una verdadera proeza, junto a los médicos, enfermeras, epidemiólogos, especialistas en control de infecciones, especialistas en cuidados intensivos y oficiales para la movilización social que durante seis meses combatieron la infección y contribuyeron a detener su propagación en el África Occidental.

“Pero nosotros como cubanos, únicos en el mundo entero, tenemos valor, dignidad y no sentimos miedo a nada y enfrentamos aquello, inclusive no teniendo los medios de protección requeridos, solamente dos pares de guantes, un nasobuco y lavándonos las manos con cloro y otras medidas higiénico sanitarias aplicadas”.

“Realmente fue impactante la historia de un niño contagiado que llegó al hospital local con un posible diagnóstico, y cuando se dijo ébola todo el personal se desapareció. Ese día yo había salido de guardia, no estaba, y cuando regresé, el paciente, como lo habían dejado solo, se fue y murió con su padre”.

“Fue desconcertante porque aquí en Cuba estamos acostumbrados que tenga el diagnóstico que tenga, nosotros nos vamos hasta la muerte con el paciente”.

“Y nos hizo reafirmar en cada uno los valores que nos enseñó la Revolución, desde el ejemplo de Fidel, y que nos caracterizan a los médicos cubanos y a todos los del sector, estemos aquí o cumpliendo misión en el lugar que sea”.

Con 22 años de práctica y custodiado por el blanco de sus batas, en representación de la pureza del hacer en salud por el bienestar de hombres y mujeres del mundo, este manzanillero acumula historias de la atención internacionalista en cinco naciones: Gambia, Timor, Angola, Guinea y Bolivia.

Asegura que la más importante es la que a diario cumple como parte del colectivo del policlínico cinco Hermanos Labrada de la comunidad de Jibacoa, en este municipio costero de la provincia de Granma.

De ahí, emana “el compromiso, que siempre ha sido el mismo: seguir hasta que la muerte nos sorprenda cumpliendo con lo que somos, médicos, profesionales al servicio de la salud y la vida, brindar la atención a la gente como médicos, revolucionarios y seres humanos que somos. Como internacionalista, porque es saldar nuestra propia deuda con la humanidad, y en Cuba, donde nacimos y nos forjamos”.

Desde la perspectiva de Jacinto Abigail del Llano Rodríguez fue esta tarea una de las más importantes, que exigió de valentía y profesionalidad, en tanto “éramos una brigada de 32 colaboradores cubanos presentes en Sierra Leona, y al aparecer esta terrible enfermedad no la conocíamos y nos dimos a la tarea de autoprepararnos para enfrentarla”.

“Fue difícil ver como los pacientes llegaban con toma de la conciencia, sangramiento nasal, bucal, en estadío terminal de la enfermedad, pues antes de ir al centro de atención acudían a curanderos y rituales que lejos de beneficiarles hacía imposible protegerles la vida”.

“Y eso nos dolía porque nuestra medicina nos preparó para sanar, salvar, y lo hacíamos con los que llegaban con malestar general y dolor de cabeza, detectándola a tiempo y contrarrestando sus efectos”.

Jacinto Del Llano cumple misión en Guyana Tomada Perfil Facebook
Jacinto Del Llano cumple misión en Guyana Tomada Perfil Facebook

Como especialista perteneciente al policlínico tres René Vallejo Ortiz, ubicado en el reparto Camilo Cienfuegos de la ciudad del Golfo de Guacanayabo, hoy cumple la altruista faena en Guyana, en “condiciones difíciles de trabajo porque al cuerpo de guardia llegan muchos casos complicados, intentos suicidas, con escases de medicamentos, recursos; pero seguimos allí atendiendo y brindando servicios desde lo que nos corresponde: el conocimiento médico, el amor y respeto a la vida de los pacientes”.

“Cumplo con mi deber y mi disposición es firme, continuar defendiendo mis principios, ideas y a la Revolución”, acentúa al referirse a los 25 años de ejercicio médico y a sus vivencias también en parajes de Gambia y Venezuela, que le motivan a ser “mejor ser humano y profesional, más preparado, y como padre, hijo, esposo”.

De las manos y el saber de estos hombres, como de los cerca de cinco mil colaboradores médicos granmenses que hoy prestan servicios en 53 países, nace la voluntad y capacidad de curar, de abatir la enfermedad, dentro y fuera de las fronteras cubanas. Ante estas, la entrega de la distinción Hazaña Laboral es para ambos estímulo y fuerza para continuar haciendo por la vida.