Luz de saber y futuro

César aspira a la carrera universitaria de Ingeniería en Ciencia Informática // Foto Denia Fleitas

César ya cursa el duodécimo grado, y sigue desplegando sueños. Sus manos ágiles corren por las teclas de la máquina Perkins, y llenan las hojas con una parte del saber que, ilimitado, acumula en su memoria como fundamento para el futuro que construye entre los libros.

A sus 18 años ya tiene una voz más potente, como es lógico, y duplica la jovialidad de aquella primera entrevista cuando apenas cursaba el séptimo grado; cuando se iniciaba en la travesía escolar junto a niños que no tenían necesidades educativas especiales como él.

En la primera, recuerdo, escribí: “la luz que fue negada a sus ojos por una ceguera de nacimiento, es esa que hoy ilumina su vida, que le llena de esperanzas y alegrías. Justo allí, en el séptimo uno de la Escuela Secundaria Básica Urbana Paquito Rosales, se percibe el resplandor”.

Hoy, la luminosidad de César Reinerio Sánchez Molina sigue allí, aunque ahora invade una de las aulas del último año de la enseñanza media superior en el Instituto Preuniversitario Julio Antonio Mella, y se acrecienta en el anhelo por alcanzar una carrera universitaria.

“Esos tres años fueron excelentes, los profesores, las atenciones para conmigo, los estudiantes de mi grupo, que con todos me llevo todavía muy bien. Fue una experiencia muy buena y bonita para mí, porque estaba acostumbrado al ambiente de la escuela especial para ciegos y débiles de baja visión, pero me adapté a esa nueva realidad; además, los profesores de la escuela especial que son de apoyo, iban a Paquito a enseñarle braile a los profe y cómo trabajar conmigo”.

“Ya estoy en doce grado. Desde décimo cuando comencé en la escuela me gustó mucho, también no fue tan difícil para mí porque la profesora guía en los tres años de la secundaria, Heydi, estuvo aquí unos meses, para que yo me fuera acostumbrando bien y enseñándole a los profesores y alumnos cómo se trabaja conmigo”.

Porque su carácter alegre le da la facilidad, ríe al insistir en la pregunta de cómo se trabaja con él,  a lo que alude en forma reiterada. Y sin pausa explica que “no es muy difícil, porque el profesor dicta las notas, yo las copio, y por ejemplo en el caso de Matemática, Física, Química, que tienen ecuaciones y esas cosas, y en caso de dudas me explica”.

“Ahora en la preparación para el ingreso es igual. Yo sigo estudiando, los profesores utilizan métodos y estrategias con las que nos divertimos y aprendemos; y sobre el estudio en casa, como utilizo los libros impresos a tinta, porque no disponemos de textos en braile como en la primaria o secundaria, ellos dicen las páginas y estudio con el apoyo de mi mamá, mi hermana, de todos en la casa, y de los compañeros que son geniales”.

Siempre he hecho lo que he querido, asegura César // Foto Denia Fleitas
Siempre he hecho lo que he querido, asegura César // Foto Denia Fleitas

Así lo confirma el profesor Maikel Powell Bagué, con una década de experiencia en la preparación para el ingreso a la universidad  en la materia de Matemática. “Este es un reto que hemos asumido y que es bastante complejo porque hay cosas propias de la asignatura que es necesario verlas, por eso hay contenidos como la geometría que a él no se le evalúan en el ingreso. Nunca nos habíamos enfrentado a esta actividad, y la hacemos para los 35 estudiantes de la matrícula del aula, y estamos los nueve turnos frente a los dos grupos del grado, pero no es imposible”.

“Él escribe las notas de las conferencias. Nos dice lo que escribió en sus hojas para que corrijamos los apuntes necesarios y erradicar las dificultades, con el apoyo nuestro como docentes y de sus compañeros. No obstante, es un alumno aventajado y pensamos que no tenga dificultades para aprobar con buenas notas los exámenes”.

Para César, asegura, “ha sido más fácil porque yo le he enseñado braile a algunos estudiantes de mi aula, por ejemplo Rolando que es uno de mis mejores amigos. Además, yo tengo esa máquina desde cuarto grado de primaria, me la dio la escuela especial, tiene su tiempito pero funciona perfectamente, me la reparan si se rompe y le dan mantenimiento; los mismo profesores de la escuela especial de Bayamo me traen las hojas, y tengo la habilidad de escribir rápido”.

La Ingeniería en Ciencias Informáticas es la carrera universitaria por la que opta, como único estudiante ciego en la provincia de Granma que se presentará a la convocatoria 2018-2019 para el ingreso a la Educación Superior, pues “en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) pueden haber estudiantes invidentes; ya hay uno de Pilón, Elizandro, a quien conozco porque estuvimos en la misma escuela especial”.

“Tenemos que llevarnos un acompañante, al que se le da un empleo y por ejemplo si no tengo computadora, la Universidad me pone una en el apartamento, una computadora normal solo que nosotros tenemos programas que son lectores de pantalla, yo me sé el teclado de memoria y así trabajo. Desde chiquito siempre me ha gustado la informática, es mi pasión junto a la música”

César Reinerio estudia el duodécimo grado en el Preuniversitario Julio Antonio Mella // Foto Denia Fleitas
César Reinerio estudia el duodécimo grado en el Preuniversitario Julio Antonio Mella // Foto Denia Fleitas

A la par que sus dedos corren por las teclas de la máquina, sus compañeros dibujan rasgos con el lápiz. Juntos marchan en busca de sus sueños, según comenta Rolando Javier Álvarez Pérez. “Es muy buen alumno, con buena  memoria y es inteligente, puede recordar las fechas y sucesos históricos con gran facilidad, y en eso nos ayuda. Historia y Español los estudiamos oralmente para que el contenido se fije mejor, de forma amena, y en el caso de Matemáticas, aunque en ocasiones se dificulta, se rompen las barreras”.

“Este proceso de inclusión educativa es muy importante porque ayuda a la autoestima de ellos, y a nosotros nos conlleva a expandir nuestras mentes y superar tabúes. Gracias al contacto que tenemos los conocemos mejor y aprendemos que a pesar de algunas limitaciones físicas son personas de gran fuerza interior, que transmiten a todos a su alrededor. César es alegre y jovial y cuando estamos decaídos por el estrés de las pruebas y el estudio, nos motiva, aprendemos el doble y de una mejor manera”.

Sin sombras ni oscuridad, César anda. “Todo lo que he querido hacer lo he hecho, me gusta estudiar y lo hago, oír música y lo hago. No es una limitación, siempre se me ha tratado igual que a todas las personas, porque si algo hay en Cuba es eso igualdad; ningún tipo de discriminación, educación gratuita y buena, la calidad humana de los profesores y de mis compañeros, y eso es algo muy grandioso”.

En su historia vibran las conquistas y sueños por los que Cuba construye desde el Sí por la Revolución, el futuro. Pese a las sombras que en sus ojos implantó el destino, su alma con todas sus libertades va, como los Astros, con toda la luz.