Mirelia Martín, canto a la cubanía, razón de vida

Presentación en Manzanillo del disco El Son lo pongo yo, de Convergencia con la casa EGREM, en agosto del 2016 // Foto Marlene Herrera (Archivo)

Alguien a quien le gusta cantar es la definición propia de la santiaguera devenida manzanillera Mirelia Martín García, cuya expresión honra a la cubanía desde la entonación de notas sublimes del repertorio sonoro cubano.

“Ella es la vida misma, todo, porque desde pequeña me gustó. Aunque los padres de entonces no se percataban que uno sentía amor por algo, como tenía eso en la sangre seguí adelante con la música”.

Con su voz de contralto, y la rica sonoridad y amplitud de su registro grave, como se define a este timbre poseído por solo el dos por ciento de las féminas en el mundo, cuenta el valor atribuido por los arpegios a sus años.

Desde el acompañamiento por Julio Nuevas, las serenatas a dúo con Daniel Alarcón, las jornadas de celebración en el Coro de Manzanillo, las andurías campesinas con el Grupo Eduardo Saborit, recuerda en recorrido detallado por escenarios de la isla caribeña, presentaciones televisivas y radiofónicas, y más reciente fuera de las fronteras en el que prima la defensa de la auténtica sonoridad nacional.

Sus inicios como artista aficionada se remontan al año 1971 en el coro, y el primer encuentro con el público a 1972, para dar riendas a una travesía musical que muchos recuerdan y admiran, y que se coronó con el premio de interpretación en el Festival Sindo Garay con la obra A un monumento dormido, de Marianito Hernández, y su bautizo como “la negra de la voz de cristal”, por Celina González, refiere con orgullo.

Mirelia Martín, voz de la música manzanillera // Foto Denia Fleitas

Apegada está incluso a la historia de la radio manzanillera, al conquistar en 1987 el primer lugar en el IX Festival de la radio como cantante en el programa Desde que comienza el día, y un año después el reconocimiento por su participación en el espacio campesino Surcando para el futuro, que se alzó con el primer premio en la décima edición del certamen de los radialistas cubanos.

Y desde el 2009 se acopla al grupo Convergencia que dirige su hijo José Miguel Vidal, Pipiolo, con dos grabaciones discográficas con el sello de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), una de ellas en proceso de producción.

“Amo la música y me gustan todos los géneros, todo lo que yo pueda interpretar lo hago, y cuando voy a un escenario trato de alegrarle el alma a las personas. No tengo grandes conocimientos, solo nací con eso”.

“Y la cubana es fundamental, es lo máximo. Es la que nos identifica, la que debíamos rescatar, y los jóvenes aunque tienen sus gustos y hay que respetárselos, deben escuchar lo de ellos, nuestro patrimonio”.

A esa riqueza rítmica es fiel Mirelia, por ello, “digo que mientras tenga la voz y los muchachos me acepten sigo ahí, cantando y bailando; y quisiera que la existencia se extendiera un poquito más, así, porque la música ha sido la razón de mi vida”.