Para crecer con responsabilidad

Manzanillo. Julio 8.- Ana Paula y María Claudia, son dos pequeñas que disfrutan del privilegio de vivir en esta isla caribeña donde los niños ven realizados todos sus derechos; se forman en ellas valores éticos y morales que les ayuda a convivir en esta sociedad socialista que se ha construido.
Sin dudas es el hogar la primera escuela que un infante tiene, es ahí donde adquiere su educación y comienza a crear su personalidad; depende mucho de cómo haya sido su crianza en los primeros años de la vida, para su desarrollo en la edad adulta.
La responsabilidad es una de las cualidades que estas manzanilleras a su corta edad ya desarrollan, Disnelvia Remón Cancino, su madre, en intercambio con esta reportera comenta que “es muy importante que los niños desde bien chiquiticos sepan que hay normas que cumplir, este es un valor que define mucho a las personas, pues el respeto que los demás te tengan depende de cuán responsables eres para asumir la vida en general”.
“Yo siempre les inculco a mis hijas buenos patrones de conducta, trato de enseñarles lo mejor que puedo las normas correctas de educación y las instruyo para que estén preparadas para la vida; cuando se habla de responsabilidad no solo nos referimos a la asistencia, puntualidad y todo lo demás relacionado con la escuela, también está referido a alguna ocupación y prácticas dentro del hogar, que pudiera en un momento determinado ser en la sociedad”.

Disnelvia Remón Cancino./Foto Lilian Salvat Romero

Asimismo Yoander Jiménez, el progenitor interviene y agrega que “los niños no nacen con una personalidad definida esa la van adquiriendo con el trascurso del tiempo, por eso depende de cuan responsable haya sido la familia para ministrar en ellos buenos patrones de principios éticos y morales, es preciso que se les enseñen labores hogareñas, que los padres dediquemos tiempo a su juegos, tareas escolares, conversaciones que para ellos son muy importante y sobre todo que le prediquemos con el ejemplo”.
“Participar con ellos de sus cosas los impulsara a ser partícipes de los quehaceres y demás de la casa, así se comienza a fomentar el interés por cumplir a cabalidad con todo lo que se les plantea y surge en ellos el interés por hacerlo bien y en el tiempo establecido, cuando hacen de esto un hábito, son capaces de asumir cualquier tarea asignada en cualquier ámbito de la vida”, explica el también médico.
Cada día para Anita y Mary, es un viaje a la vida futura, ven en la realidad y la necesidad de formarse como personas de bien y con la convicción de ser responsables; “cuando se levantan – comenta la mamá- ellas arreglan sus camas como primer tarea en la jornada, así crean un hábito, una responsabilidad, también juegan y yo estoy atenta a sus juegos y lo que hablan en él, corrijo a tiempo lo que está mal para que sepan claramente lo que está bien o no, les doy pequeñas tareas dentro de los quehacer hogareños para que se vayan familiarizando con las responsabilidades que hay que cumplir dentro de una casa”.

Desde bien temprano les instruye en los que haceres hogareños para fomentar el valor de la responsabilidad. /Foto Lilian Salvat Romero

Por su parte la pequeña María Claudia alega que “mi mamá nos deja ayudarle a fregar, limpiar, lavar, me ayuda con mis cosas de la escuela y me dice que siempre hay que cumplir con lo que las maestras me mandan, que debo hacer las tareas y portarme bien”.
Así Ana Paula a sus escasos cuatro años dice que “yo ayudo a mi mamá a recoger mis juguetes y a que mi casa este siempre linda”.
Valores que salen del seno familiar y que los niños y las niñas deben ir adquiriendo con el diario vivir, es necesario que sea la familia esa fuente de conocimientos y educación, esa primera escuela de la que nunca se gradúan sus integrantes porque cada día se aprende una lección nueva.
Para cuando Anita y Mary sean mujeres, habrá formado en ellas la responsabilidad de hacer, de ser útiles ante lo que se le asigna ya sea dentro como fuera de su hogar y Disnelvia y Yoander vivirán con la satisfacción de haber creado una familia responsable, donde primen los valores y las buenas conductas para una vida sana y feliz.

Ana Paula y María Claudia realizan las tareas escolares junto a su mamá./Foto Lilian Salvat Romero