Nunca en solitario permanece en la urbe manzanillera el parque central Carlos Manuel de Céspedes. Como si fueran pocas las historias de las que ha sido testigo, es hoy punto de encuentro para quienes desde la internet transgreden la distancia.
Otrora Plaza de la Constitución, ha sido siempre punto de partida y de confluencia de la urbe, desde el momento en que se realizó el trazado de la ciudad a fines del siglo XVIII.
No caben dudas que la Glorieta morisca es el símbolo arquitectónico que le imprime la elegancia sin igual. La pieza de estilo ecléctico sustituyó la fuente con la estatua de Neptuno que inicialmente allí se erigía, y transformó su galanura en orgullo de los habitantes.
Si, impacta la belleza y la policromía de la esbelta figura que cierra en cúpula de vítreo escamado. Pero también la de otros componentes del parque como las efigies situadas en los cuatro ángulos de la plaza y cuyas miradas están dirigidas hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales.
Las farolas monumentales de sus jardines interiores, obras de fundición, reflejan personajes peninsulares y alegorías coloniales. A la luz que estas irradian se incorporan ahora los siete colores que en la nocturnidad enriquecen a la edificación central.
Los transeúntes nativos y foráneos caminan por él bajo la mirada del Apóstol, José Martí Pérez, del Titán de bronce, Antonio Maceo Grajales, de Bartolomé Masó Márquez y de Rafael María de Merchán, cuyos bustos permanecen sobre pedestales en los cuatro ángulos del parque.
Los próceres de nuestra historia, si bien representan los nombres de las calles, simbolizan la estirpe del pueblo cubano y el camino que ha de andar el defensor de la Patria. Mientras que Carlos Puebla, sentado en su propio banco, invita a adentrarse en la tradición musical que seduce.
Renovado en disímiles ocasiones, provisto y desprovisto de sus sombras, sigue siendo testigo de su pueblo, testigo del tiempo que dejó atrás las retretas y se deja cautivar ahora por las novedades del video-chat y la tecnología.
Muy bonito trabajo este el realizado en homenaje a nuestro principal parque. Solo opaca su belleza literaria, algunas de las imágenes publicadas, pues son de antes de que el parque fuera restaurado. Se puede apreciar la diferencia en la coloración de los edificios y más que eso, claramente se distingue el piso antiguo del parque de antes y ahora. Creo qué hay que cuidar minuciosamente este tipo de cosas; evitar que ocurran, le imprimirá mucha más belleza a lo que se haga.