
En el marco de la Jornada por el Día del Trabajador Tabacalero (del 12 al 29 de mayo), Julio César Rodríguez Vinen, torcedor de la Fábrica Paquito Rosales y miembro del sindicato tabacalero, representa la dedicación de los trabajadores tabacaleros cubanos y ejemplifica el compromiso con esta actividad productiva de relevancia nacional.
«Entré como custodio en 1998, pero al ver el trabajo de los torcedores, me llamó la atención», recuerda. Al año siguiente logró capacitarse y desde 1999 se dedica a este oficio. «Llevo 26 años en esto. Es un trabajo manual y artesanal que requiere mucha dedicación», explica.
Con manos expertas, Julio César describe su labor: «Cada puro es único. Hay que saber seleccionar las hojas y torcer con precisión». Su voz denota orgullo al hablar de la importancia económica del sector: «El tabaco es uno de nuestros principales productos de exportación».
Como representante sindical, destaca el valor de esta jornada: «Es un reconocimiento merecido a quienes mantenemos viva esta tradición». Su historia refleja la de muchos tabacaleros cubanos que, con paciencia y maestría, transforman hojas en obras de arte reconocidas mundialmente.
La historia de Julio César Rodríguez Vinen encarna el espíritu de la Jornada del Trabajador Tabacalero: dedicación, orgullo y amor por un oficio que trasciende generaciones. Su testimonio no solo honra a los artesanos del tabaco, sino que también reafirma el valor cultural y económico de esta tradición para Cuba.