
Manzanillo. Agosto 13.- Muy pocos hijos de esta tierra tienen la entereza y su carácter, hombre humilde y desprendido de lo material, médico abnegado y apegado a su terruño, fue el doctor René Cirilo Vallejo Ortiz.
“La Revolución y los compañeros revolucionarios siempre podíamos contar con su más absoluta fidelidad. Estos factores de su personalidad y de su carácter lo hicieron acreedor, igualmente, al afecto y al cariño de todos”, dijo Fidel hace 55 años en la despedida del duelo del destacado guerrillero.
La calle Concordia 188, entre Maceo y Saco, en Manzanillo, lo vio nacer el 29 de marzo de 1920, aquí cursó sus primeros estudios y se graduó de médico en la Universidad de la Habana; rechazó varias propuestas de trabajo en Clínicas especializadas en los Estados Unidos, prefirió ejercer un su ciudad natal.
Aquí dirigió el hospital Caymari, en el que realizó la reconstrucción de salas y pabellones; lo dotó de una moderna farmacia; tenía como premisa para atender a sus pacientes que estuvieran enfermos y fueran pobres, así rezaba un cartel a la entrada.
La Clínica La Caridad enclavada en la altura de la calle San Fernando, fue fundada por él, donde mostró una orientación social y humana, aspecto que distinguían a Vallejo; por tal razón la convierte en base de apoyo al movimiento insurreccional, ahí fueron son atendidos varios heridos provenientes de la Sierra Maestra.
Mientras ejercía la medicina en la ciudad de Manzanillo, marchó hacia la clandestinidad en 1958; al incorporarse al Ejército Rebelde, prestó servicios médicos a las tropas en operaciones e intervino en varios combates.
Tras el derrocamiento de la tiranía batistiana, desempeñó diversas tareas que le asignó la Revolución. Pasó a prestar servicios desde 1961 junto al Comandante en Jefe sin abandonar su profesión de médico.
Aquel fatídico 13 de agosto de 1969, a las 5 y 20 de tarde, cerró sus ojos y su corazón dejó de latir, “Pero frente a la muerte, a los revolucionarios nos queda el deber.” dijo en otra parte de su alocución Fidel.