
Manzanillo. Octubre 26.- Es difícil no traer a memoria recuerdos de infancia, aquí cursé el segundo ciclo de la educación primaria, en esta escuelita enclavada en la comunidad rural de San Antonio Palmas Altas de este territorio, Ciro Hidalgo Pérez, es el nombre de este plantel con más de seis décadas de existencia.
No creo que pueda existir un poblador de este sitio que no haya transitado por sus predios, donde se comienza la ruta de los números y letras; un claustro empeñado en brindar a sus educandos una educación general integral, capacita en varias aristas a sus pequeños que inician desde el preescolar y hasta el sexto grado.

En la visita a esta institución educativa rural, Clara Guerra Espronceda, coordinadora docente, nos comenta que «nuestro centro cuenta con una población infantil de 211 estudiantes, de ellos 76 de las vías no formales y 135 de preescolar a sexto grado.
La escuela fue fundada hace más de 60 años, resultado de donaciones que hicieron pobladores de este lugar, Hipólito Torres conocido como El Capitán Descalzo y Felo García, conjuntamente con los padres de aquel entonces que apoyaron en la construcción del centro.
Esta distribuido en un huerto escolar que fue donado por Polito Torres, cinco aulas físicas, un laboratorio de computación y una dirección. La fuerza de trabajo está comprendida por 35 trabajadores, de ellos siete no docentes y los restantes docentes frente a grupos y especialistas, instructores de arte, logopedas, psicopedagogas, computación, profesores de inglés.
A pesar de estar en una comunidad rural, nuestro centro ha obtenido logros significativos en los círculos de interés de agricultura, de porcino. Además, hemos alcanzado reconocimientos en concurso de materia y en concurso de exposiciones de clases a nivel municipal. Se trabaja para elevar el nivel cognoscitivo de los estudiantes, así como de la familia».
Solo el amor engendra la maravilla, sentenció el maestro, pero además la dedicación y la entrega logra que esas semillitas cognitivas crezcan y den frutos como las del huerto escolar de este centro educativo. En nuestro recorrido encontramos alumnos en su sección contraria a la docencia. En la que aprenden del cultivo y cuidado del sembrado en su huerto escolar.


Sheila Escalona Romero, está en quinto grado y ya sabe la importancia de sembrar; «el huerto se llama igual que la escuela y tiene 0,80 hectáreas; venimos una vez a la semana, tenemos sembrado yuca y frijoles para el autoconsumo de la escuela, cuando la siembra esta lista para cosechar se les reparte a los niños y profesores».
Un plantel estudiantil que apuesta por la educación y la formación de las nuevas generaciones de la comunidad. Profesionales que se sobreponen a las limitaciones y buscan alternativas para cumplir su encargo social. Una escuela pequeña con grandes metas y objetivos a alcanzar.
Pequeños estudiantes que anhelan ese mundo del conocimiento y se apropian de cada uno de ellos. No importa el lugar donde esté enclavada la escuela, siempre marcará el futuro de sus educandos.