
Cada 3 de junio, Cuba rinde tributo a quienes hacen de la vocación de cuidar un acto de amor y resistencia: los profesionales de la enfermería. La fecha, elegida en honor al natalicio de Victoria Brú Sánchez, simboliza la tradición de excelencia y compromiso que distingue a este sector, pilar insustituible del sistema de salud pública.
En un contexto global marcado por desafíos sanitarios, la labor de enfermeros y enfermeras cubanas trasciende las salas de hospitales y consultorios. Son ellos los primeros en responder, los guardianes de la prevención, los acompañantes en momentos de dolor y esperanza.
Su trabajo, basado en dedicación, humanismo y entrega, refleja los valores más nobles de la profesión, incluso frente a limitaciones materiales y presiones extraordinarias.
Hoy, cuando Cuba reitera su compromiso con la salud universal, el reconocimiento a estos héroes de batas blancas debe ir más allá de las felicitaciones.

Urge reivindicar sus condiciones laborales, su formación continua y su papel protagónico en la construcción de un sistema sanitario que, pese a adversidades, sigue siendo referente regional.
Felicitaciones a quienes, como Victoria Brú, escriben con acciones la historia de la enfermería cubana. Su ejemplo confirma que, sin su mirada atenta y sus manos incansables