
El acoso callejero es un fenómeno que, lamentablemente, ha sido parte de la vida cotidiana de muchas personas, especialmente mujeres, en diversas partes del mundo y nuestro territorio no es la excepción.
Este tipo de violencia, que abarca desde comentarios inapropiados hasta agresiones físicas, se ha normalizado en la sociedad, lo que lleva a muchas víctimas a sentir que no tienen un lugar donde acudir o que su experiencia no será tomada en serio.
A menudo, las víctimas son culpabilizadas o se les aconseja cambiar su comportamiento o vestimenta para evitar situaciones incómodas, en lugar de que se responsabilice a los agresores. Esta narrativa refuerza la idea de que el problema recae en la víctima, en lugar de en el agresor, lo que contribuye a la perpetuación del ciclo de abuso.
En Cuba, se han implementado diversas estrategias para abordar esta situación. La campaña Evoluciona, lanzada en 2018 con el eslogan «el acoso te atrasa», es un ejemplo de cómo se busca visibilizar y erradicar el acoso callejero.

Esta iniciativa forma parte de un esfuerzo más amplio por combatir la violencia hacia las mujeres y promover el respeto y la igualdad en la sociedad cubana. La campaña no solo buscó concienciar sobre el acoso callejero, sino también empoderar a las mujeres y fomentar una cultura de denuncia.
En este contexto, cada día 25 de mes se convierte en una fecha significativa para reflexionar y actuar contra esta problemática, ya que la Secretaría General de las Naciones Unidas para las Mujeres ha designado este día para generar conciencia sobre la violencia hacia mujeres y niñas.
Sin embargo, a pesar de estas iniciativas, aún queda un largo camino por recorrer. La violencia contra las mujeres y las niñas tiene consecuencias devastadoras, tanto físicas como psicológicas, y es fundamental que la sociedad en su conjunto se involucre en la lucha por un cambio real
Es esencial que cada uno de nosotros asuma un papel activo en la creación de un entorno donde el acoso callejero no sea tolerado. La normalización del acoso no es solo un problema de quienes lo sufren; es un desafío que nos concierne a todos. Alzando la voz y exigiendo un cambio, podemos contribuir a construir una sociedad más justa y equitativa, donde cada persona pueda transitar libremente sin temor a ser acosada.
Este 25 de mes, alzamos nuestras voces en solidaridad con todas las mujeres que han sufrido acoso y violencia. Es momento de romper el silencio y actuar en conjunto para erradicar este flagelo que afecta a tantas vidas. La lucha contra el acoso callejero es una responsabilidad compartida y un paso necesario hacia un futuro donde el respeto y la dignidad sean la norma.