
Manzanillo. Agosto 5.- En el complejo escenario social y económico que enfrenta Cuba actualmente, la lactancia materna emerge como una estrategia esencial para garantizar la nutrición infantil, preservar la salud pública y fortalecer la resiliencia de las familias cubanas; no se trata únicamente de un acto natural, sino de una práctica profundamente vinculada con la soberanía alimentaria, la equidad social y el desarrollo sostenible.
Diversos estudios avalados por organismos internacionales, entre ellos la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), destacan que la leche materna aporta todos los nutrientes necesarios para el crecimiento óptimo del bebé durante sus primeros seis meses de vida; protege contra infecciones respiratorias, enfermedades gastrointestinales y reduce significativamente la mortalidad infantil; es, en muchos sentidos, la primera vacuna que recibe el ser humano.
En Cuba, donde las restricciones económicas han impactado la disponibilidad de productos alimenticios y farmacéuticos, la lactancia materna representa además una solución eficaz, sostenible y accesible; al ser una fuente natural de alimento que no depende de cadenas de suministro ni de divisas, favorece la seguridad alimentaria en el entorno doméstico y reduce la carga del sistema de salud.
El papel de las instituciones cubanas ha sido clave en este propósito; desde los consultorios médicos hasta las casas maternas, se brindan consejerías especializadas, se forman promotoras comunitarias y se desarrollan campañas de sensibilización sobre los beneficios de amamantar.

En Manzanillo, por ejemplo, se impulsan acciones articuladas entre el sistema de salud, organizaciones de masas y gobiernos locales para acompañar a las madres en esta etapa crucial.
No obstante, persisten desafíos; el estrés asociado a las condiciones de vida, la falta de apoyo en algunos núcleos familiares y las prácticas culturales heredadas pueden obstaculizar la lactancia; por eso, se requiere reforzar la educación popular, involucrar a los padres y extender redes comunitarias que protejan el derecho de la madre a amamantar y del bebé a recibir alimento digno.
En momentos donde la palabra resistencia cobra nuevos significados, amamantar se convierte en un acto de dignidad, de amor consciente y de compromiso con el futuro; defender y promover la lactancia materna es, hoy más que nunca, una tarea colectiva.