
Existen experiencias que definen el carácter de un lugar, y para la preciosa ciudad de Manzanillo, una de ellas es, sin duda, el ritual de disfrutar de un apacible domingo al compás de los acordes de su Banda Municipal de Conciertos.
Es un espacio donde el tiempo parece detenerse para permitir que la comunidad se reúna y respire al unísono. Imaginar la escena es evocar la esencia misma del ser manzanillero: las conversaciones en voz baja y el sonido de la música flotando en el aire. Es un momento de reconexión, un bálsamo para el espíritu que convierte una mañana cualquiera en un recuerdo imborrable.
Esta banda, hoy es muy importante en la vida cultural manzanillera, fue fundada en 1902 por el visionario italiano Jacinto Minielli.
Hoy en día, esa llama sigue encendida gracias al talento y dedicación de un grupo de excelentes músicos, quienes, bajo la batuta experta de los maestros Juan García Ramírez, han sabido mantener vivo el espíritu de Minielli. Ellos son los guardianes de un sonido que ha sobrevivido al paso de las décadas, adaptándose sin perder su esencia.
El repertorio que interpreta la banda es un fiel reflejo de su misión: honrar sus raíces mientras abraza la universalidad de la música. Con una maestría que despierta la admiración de todos, despliegan importantes obras del cancionero popular cubano, haciendo que resonen en el corazón de su público los ritmos que forman parte de la identidad nacional, desde el danzón y el son hasta el bolero.
En definitiva, la Banda Municipal de Conciertos de Manzanillo es un símbolo orgullo para toda una ciudad. Los domingos mientras sus notas sigan sonando en la placidez de las mañanas manzanilleras, se mantendrá viva una tradición que celebra lo mejor de la comunidad: su capacidad para reunirse, para disfrutar de la belleza y para perpetuar, nota a nota, el sonido de su propia identidad.