Las redes sociales, entre la información útil y la distorsión peligrosa

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Las redes sociales han modificado profundamente la manera en que las personas acceden, comparten y procesan la información, en Cuba, como en muchas otras sociedades, estas plataformas se han convertido en espacios de interacción cotidiana, donde conviven noticias, opiniones, denuncias, emociones y silencios.

Sin embargo, el hecho de que un contenido circule con rapidez no garantiza su veracidad ni su utilidad social.

Informar no es solo publicar, informar exige verificar, contextualizar y asumir responsabilidad ética por lo que se comunica. Las redes pueden ser aliadas de la participación ciudadana, pero también pueden convertirse en vehículos de ruido, confusión y manipulación.

La desinformación, incluso cuando se disfraza de espontaneidad o humor, es una forma de violencia simbólica que afecta la confianza pública y debilita los procesos colectivos.

En contextos institucionales, educativos y comunitarios, el uso responsable de las redes sociales implica distinguir entre lo urgente y lo importante, entre lo viral y lo verificado; no todo lo que se comparte contribuye al bien común.

La saturación de contenidos sin fuentes claras, sin respeto por la dignidad de las personas o sin intención constructiva, genera desgaste emocional y fragmentación social.

Las redes no son enemigas ni salvadoras, son herramientas y como toda herramienta, su impacto depende del uso que les demos; en manos conscientes, pueden fortalecer la memoria colectiva, visibilizar causas justas y acompañar procesos de recuperación.

En manos irresponsables, pueden amplificar el miedo, la mentira y el descrédito; por eso, el criterio es más importante que el algoritmo.

La formación comunicativa es hoy una necesidad estratégica, no basta con saber usar una aplicación, hay que saber leer críticamente, preguntar con profundidad y compartir con propósito.

En Cuba, donde la palabra tiene peso histórico y cultural, el compromiso con la verdad no puede ser negociable, la ética comunicativa no es un lujo, es una defensa activa de la dignidad.

En tiempos de sobreexposición digital, el periodismo responsable, la educación crítica y la participación consciente son pilares para enfrentar la distorsión.

Las redes sociales informan o desinforman según el criterio de quienes las usan y ese criterio se forma, se cultiva y se defiende, porque la verdad, aunque no siempre sea viral, sigue siendo necesaria.

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