«Tengo» vs. Título III de Ley Helms Burton.

Nicolás Guillén / Foto de Internet

“Tengo, vamos a ver, tengo el gusto de andar por mi país, dueño de cuanto hay en él”, esta estrofa del poema Tengo de Nicolás Guillen cobra cada vez más vigencia, máxime en momentos en que las  pretensiones estadounidenses intentan ser una realidad.

Quienes allende los mares sueñan despojar al pueblo de Cuba de sus propiedades, desconocen la idiosincrasia, los sentimientos patrióticos y viriles de los hijos de esta tierra.

“Monte puedo decir, ciudad puedo decir, ejército decir, ya míos para siempre y tuyos, nuestros, y un ancho resplandor de rayo, estrella, flor”.

Cuanta hidalguía encierran esos versos que matizados de belleza inigualable, se mezclan en el fragor de la batalla con el aroma de café, tabaco y ron.

Cuba es nuestra por legítimo derecho y es nuestra la expresión compañero, como se dice en español y no en inglés ni Señor.

Las tentativas yanquis contra la Isla de la Libertad siguen siendo fallidas, no dominan que los cubanos llevan bien dentro la decisión irrestricta que aprendimos de Martí: primero se unirá el mar del norte con el mar del sur y nacerá una serpiente de un huevo de águila, antes de cejar en el empeño de ver libre la Patria.

Es por ello que a 117 años del natalicio de Nicolás Guillen, patentizamos la pertenencia de sus versos para echar por tierra engendros imperiales como la Helms Burton: “Tengo que ya tengo donde trabajar y ganar lo que me tengo que comer tengo, vamos a ver, tengo lo que tenía que tener”.