El mérito de estar vivo para su pueblo (+Audio)

Es 13 de agosto y Cuba entera recuerda la madrugada aquella en Birán, hace 94 años, cuando a la Patria le nació un Gigante. Allí nació un ser humano extraordinario, que antes de partir físicamente, nueve décadas después, pidió a su pueblo que no se erigieran monumentos, bustos, ni estatuas con su nombre; que no se nombraran plazas, calles, instituciones o edificios públicos en su memoria.

Y es que Fidel sabía bien que no necesitaba bustos ni estatuas para recoger la cosecha que sembró en tierra fértil. Ninguna escuela lleva su nombre, pero los niños y jóvenes siguen estudiando gracias al proyecto educacional que forjó; tampoco denominamos parques o plazas, pero allí las personas continúan disfrutando de la libertad que conquistó.

No hay calles que lo nombren,  pero sí cubanos que las transitan con el convencimiento de que son de las más seguras y tranquilas del mundo.

No existe monumento erigido en su memoria, porque Fidel no lo necesita, ya lo tiene. Fidel está presente en cada centro escolar, cultural, de la salud, deportivo o científico que edificó la Revolución para todos los cubanos.

Mantener vivo y eterno su pensamiento será el mayor monumento que podamos cimentar. No habría monumento posible que pueda representar su significación histórica, salvo construir con nuestros propios esfuerzos la Patria socialista, próspera y sostenible que soñó.

El mérito de estar vivo para su pueblo

Ahora sus cenizas descansan en el corazón de una roca, donde solamente se leen las cinco letras de su nombre. La piedra en Santa Ifigenia irradia austeridad.

Preservando y multiplicando su legado construiremos el Monumento con el que seguirá sintiendo orgullo de su pueblo, porque fue incansable repitiendo que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

Fidel jamás será mármol, ni consigna. Fidel es un hombre que se hizo pueblo, se convirtió en millones, y como inigualable jinete seguirá cabalgando delante de esta firme y sólida caravana que es Cuba.

Fidel continuará siendo un ícono en las luchas de nuestro pueblo por preservar la unidad y la soberanía. Seguirá siendo fuente de inspiración de todos aquellos que en cualquier parte luchen por un mundo mejor; y sus ideales serán eternos como la piedra en que reposan sus cenizas.

El mérito de estar vivo para su pueblo

Fidel es de todos. Pertenece a toda una nación. Pero cada quien tiene a su propio Fidel. Y será así, repartido entre millones, que su pensamiento perdurará para siempre en la historia de la Patria.

Generaciones enteras de cubanos, nuestros hijos y los que vendrán, sabrán enaltecer su memoria. Su mayor mérito es haber permanecido vivo para su pueblo. Cuba siempre tendrá a Fidel; y Fidel tendrá siempre a Cuba.

¿Qué significa decir Yo soy Fidel?

El grito de “Yo soy Fidel” nació de los jóvenes. Surgió de la generación que menos conoció al líder de la Revolución cubana, de aquellos que apenas pudieron palpar la extraordinaria relación cotidiana que tenía con su pueblo.

Entre todas las consignas necesarias, cuando Cuba conoció de la partida física de su líder, apareció la frase imprescindible. Pero tenemos que interpretar que esas tres inmensas palabras son un grito de combate de cara a los nuevos tiempos para la humanidad.

Desde la partida física del Comandante en Jefe, esa emblemática expresión se convirtió en la más representativa muestra de apego a la Revolución, a la Patria y al significado de ser cubano.

El mérito de estar vivo para su pueblo

“Yo Soy Fidel” no es una mera consigna, es una idea de orgullo patrio, independencia plena, dignidad sin concesiones. Esos preceptos enaltecieron la vida y obra de Fidel, a quien no pudieron matar ni vencer sus enemigos, y nos dejó la enseñanza de que con voluntad y perseverancia “¡Sí se puede!”.

Pero esa consigna se legitima solamente si de veras expresa la decisión de seguir su ejemplo, de luchar para hacer realidad los sueños que él abrazó, lo que supone un esfuerzo permanente. La determinación de luchar en todas las situaciones, organizar, la comunicación siempre con cada ser humano, en lo cotidiano y en lo trascendente, enseñar y aprender al mismo tiempo, no aceptar jamás la derrota, son conceptos que se encierran en esa inmensa expresión de solo tres palabras.

Por tantas razones, decir “Yo Soy Fidel”es compromiso y reto para la Cuba de estos tiempos y los que vendrán. Fidel no está, pero está. Una voz se fue por un momento, pero regresa, sigue desafiando amenazas, peligros y trampas, con su chaleco de la moral, a pecho descubierto.