Hoy se celebra el Día mundial de la poesía, y quiero buscar el pretexto para encontrarla también desde esos detalles que salen del interior de la lírica que hay en las notas de la música más fina, ya que es la molida, esa que brinda el detalle identitario a las raíces culturales más autóctonas de Manzanillo.
A nuestra ciudad también le distingue la reconocida melodía del órgano oriental, naciente de este instrumento de manigueta, que procede de Francia y fue introducido en Cuba gracias a la impronta de los Fornaris y los Borbolla por el territorio de Cienfuegos.
Cuentan que fue el manzanillero Santiago Fornaris quien lo trajo desde la Perla del Sur hasta este lugar del oriente cubano donde verdaderamente encontró su mayor esplendor y difusión entre los pobladores.
Una vez establecido en Manzanillo fueron las familias Borbolla, Labrada, Verbenera y Ajo, las que se encargaron de aportarle el sello cubano que hoy la identifica y de llevar su música a toda esta región oriental.
Sin embargo al pasar de los años esta música ya no es tan popular por esta tierra a pesar de ser esta la cuna que la acogió y casi la vió nacer en nuestra isla. Desde el 2016 el Órgano Oriental es Patrimonio Cultural de la Nación Cubana, una distinción que legitima una expresión que nos ha acompañado desde el siglo XIX, pero considero que debemos hacer más para resaltar sus valores en esta localidad y acercarla hacia las nuevas generaciones.
Y no es que se logre a base de imposiciones porque será inútil luchar contra ese gigante de la modernidad que hoy mueve a los jóvenes mediante otros ritmos más pegajosos, más bien sería educarlos para que sepan defenderla como nuestro cimiento cultural que nos identifica.
¿A quién desde pequeño no le llama la atención la magia que produce ese instrumento gigante que lo mueven por una manigueta y sale de él la música? Esta sería una motivación más hacerles descubrir su historia y lo que representa para nuestro territorio.
¿Quién desde niño no ha tirado, aunque sea en juego, un pasillo del característico baile que representa a esta música? Otro elemento que podemos aprovechar para transmitir su legado de generación en generación.
A veces duele como tiene que competir en fiestas carnavalescas con el estridente ruido de las discotecas, pero ella sigue ahí firme moviendo a otros, y llenando de alegría sobre todo a los que peinan canas que se llenan de recuerdos de los festejos donde su música daba la primacía a aquellas celebraciones.
Es digno reconocer que no hay un evento cultural, una fiesta o jornada de la ciudad en la que no esté presente, pero duele que no sea hoy aquí donde más se le valore, sino en otros territorios granmenses donde ella sí encuentra un mayor reconocimiento a su valor.
De todos modos hay que aplaudir a esos promotores culturales, instructores de arte, y trabajadores de la cultura manzanillera que sí la defienden, y hacen todo lo posible para darle el brillo que ella merece en este territorio.
Así vemos talleres de la casa de cultura municipal y otros espacios donde está presente. Considero necesario que estos esfuerzos lleven todo el apoyo de otras entidades y organismos, que es hoy por lo que lucha y pide la dirección de cultura de Manzanillo.
Dicen que fueron los bailes de la loma los que le dieron la primacía aquí al órgano oriental, y no hubo desde su intromisión en las fiestas locales un momento en que no estuviera presente. Bien podría pensarse, claro está cuando logremos vencer la pandemia que hoy nos azota por la COVID-19, en un festival, como existe en el hermano municipio de Niquero, que pudiera rescatar estos bailes en la parte alta de la ciudad, sitio donde estuvo su mayor esplendor desde que creció su popularidad en esta región.
La música del órgano oriental a pesar de todo seguirá siendo nuestra, pues si esta se escucha en cualquier parte de Cuba, de inmediato todos los pensamientos y recuerdos se remiten a Manzanillo, y es que esta música tan propia como otros símbolos locales, nos llena el alma y saca de nosotros la identidad del manzanillero que nos distingue en cualquier parte de Cuba y el resto del mundo.
¡Bienaventurados sean los que peinan canas y logran que nos enamoremos de esa melodía en la que siempre podremos encontrar lo más sublime de la poesía local!