Alarma y actuar consciente para derribar coronas

«Alarmante», «muy preocupante», fueron las calificaciones en días recientes de la Dra. Lissette López González, Jefa del Grupo Nacional de Pediatría del Ministerio de Salud Pública, al referirse al impacto de la pandemia por COVID-19 en la población pediátrica de nuestro país.

Y precisamente son los calificativos que pondero al pensar cómo en estas últimas jornadas en Manzanillo crece el número de confirmados autóctonos, y sólo por hacer una alusión recordemos los tres niños entre uno y siete años de vida notificados el día anterior.

Confieso que el agobio por tanta información del coronavirus a veces pudiera asomarse en alguien, es probable; pero que nunca este nos lleve a la imprudencia, cuando somos responsables de nuestras propias vidas y de las de esos seres indefensos que son nuestros hijos.

En busca de causas que fundamenten el ascenso de los casos, hasta este jueves con una incidencia de 37.01 entre los manzanilleros, con 47 personas diagnosticadas en la quincena, y 18 de ellas activas autóctonas, la doctora Zulay Rodríguez Domínguez, jefa del puesto de mando de la dirección municipal de Salud Pública, reflexionó sobre algunas conductas que distan de ese actuar prudente.

Es cierto que a todos nos puede dar gripe o catarro, por las razones más comunes, pero hoy, cuando Cuba lamenta las 921 víctimas letales de esta pandemia no podemos dejar una brecha a que sea el virus quien provoque cualquier síntoma y seamos su cómplice.

«En medio de una pandemia todo lo que parece es, mientras no se demuestre lo contrario», dicen, y es inconcebible que nuestras familias le estén dando vía libre al SARS-CoV-2 al restarle importancia a una secreción nasal, un dolorcito de garganta, una fiebre, considerándolos común, conscientes de que son síntomas sugestivos de COVID-19.

Subestimar cualquiera de estas manifestaciones y ocultarlas a los pesquisadores, quienes día a día llaman a la puerta de nuestras casas con la prevención como meta suprema, es sancionable, pero somos nosotros mismos y quienes convivimos en ese espacio familiar los mayores perjudicados.

Sin intención de referir estadísticas lo cierto es que, según asegura la especialista en Medicina General Integral Rodríguez Domínguez, se ha incrementado la cifra de transmisión en un mismo hogar a raíz de que la sintomatología pasa desapercibida en el caso índice y se contagian, lamentablemente, los demás miembros de la familia, en particular los niños y abuelos que son los más vulnerables.

Entonces llegan los miedos, seguidos de las lamentaciones, que son más válidos cuando evitamos cualquier riesgo a sabiendas de que una complicación de la enfermedad ocasionada por el nuevo coronavirus produce la muerte, y deja secuelas aún en definición por los científicos.

¿De cúanto nos sirve el esfuerzo e incondicionalidad del gobierno y sistema sanitario cubanos, y de todos aquellos que siembran esperanza con su desvelo para devolver a la vida a los cada vez más desfavorables número de casos que requieren de servicios de terapia intensiva?

Manzanillo, con un acumulado de 520 pacientes positivos a COVID-19, 452 autóctonos mayormente diagnosticados en estos cinco primeros meses del 2021, recibe el ensaño de la epidemia, como toda la isla, a consecuencia del tercer rebrote.

La respuesta individual de los manzanilleros debe perfeccionarse para no contrastar con el sacrificio de mantener hoy siete centros de aislamiento en este territorio y sus cuatro hospitales provinciales, donde se atienden a las diferentes categorías de pacientes y personal, como parte del protocolo cubano para enfrentar la pandemia.

Aislarse en ellos, por demás, no es hoy una opción que se toma o se deja por decisión propia, o mejor dicho por inconsciencia.

Aislarse por indicación de nuestras autoridades sanitarias, máximos conocedores de la estrategia para detener la transmisión autóctona del virus es más que obligación, viéndolo desde dos aristas, es: consecuencia de nuestros actos, de los cuales debemos ser responsables, y «la clave del éxito para contener la enfermedad», como ha reiterado el presidente Díaz-Canel ante los resultados de esta medida.

Alarmarnos hoy tendrá sus beneficios mañana, pero para actuar, para cambiar actitudes y dejar de lado la inercia del descuido, para potenciar que cada uno de nosotros seamos la barrera de contención al mortal intruso y caiga definitivamente su corona.