
En el Día de la Cultura Cubana, el joven pintor manzanillero Angel Alberto Arias Fonseca reflexiona sobre su oficio, la tradición pictórica local y su evolución en el Salón 10 de Octubre.
Periodista (P) : ¿Cómo comenzó tu camino en el arte?
Angel Arias Fonseca (AAF): Desde pequeño me gustaba pintar, pero no era solo un pasatiempo. Yo ya estaba muy seguro de lo que quería hacer, sentía que era mi manera de conectar con lo que soy. En noveno grado hice las pruebas para la Academia Profesional de Artes Plásticas El Alba en Holguín y entré de primera, algo que no es común. Fue difícil adaptarme, pues yo era el único con 14 años y todos los demás tenían mi edad actual, 20. Esos cuatro años becado me formaron no solo técnicamente, sino en la disciplina que requiere este oficio.
P: Háblanos de tu decisión de no continuar estudios superiores
AAF: Mira, después de egresar, la academia te prepara para ir al Instituto Superior de Arte (ISA), pero yo tomé una decisión consciente. Decidí no seguir estudiando y comencé a ver mis creaciones como un trabajo. Quería aprender en el taller, enfrentándome a los lienzos, no en las aulas. Para mí, la verdadera maestría se gana en la práctica diaria, no en la teoría.
P: Has participado en dos ediciones consecutivas del Salón 10 de Octubre con enfoques muy diferentes
AAF: Así es, la primera vez casi fue por casualidad, fui a la casa de Yunier Tamayo a quien admiro mucho, y aunque él me habló de la exposición, yo estaba bastante ajeno. Pero me armé de valor, le enseñé una pieza y su reacción fue clave: «Está muy buena, preséntala». Esa validación de alguien a quien respeto tanto me motivó para participar. Y la aceptación del público fue lo mejor.

P: Y este año cambió completamente tu enfoque
AAF: Exacto. La pieza de este año se titula «No sabes tú la lástima que damos». Es una hiena comiéndose un pedazo de carne, y arriba hay un perfil de Instagram, como si fuera una publicación, esta pieza sí estuvo más pensada, es una crítica social.
P: Defines tu labor como la de un «pintor de caballete». ¿Podrías profundizar en esto?
AAF: Claro, me considero, antes que artista, pintor de caballete. Para mí, ser pintor es algo que se gana con experiencia mínimo 10 años porque requiere técnica, precisión y dominio de muchos elementos. No me considero un artista de ideas en el sentido abstracto. Mi enfoque está en el oficio bien hecho, en el dominio del color, la composición, la textura.
P: En el Día de la Cultura Cubana, ¿cómo ves tu trabajo en el contexto de nuestra identidad nacional?
AAF: Nuestra cultura es un mosaico de tradiciones y mi trabajo es parte de eso. Cuando pinto, estoy continuando una tradición que viene de generaciones atrás, pero también estoy dialogando con mi tiempo. Si te fijas, hay algo que nos identifica como cubanos en la pintura: la paleta de colores cubana es cálida, y casi todos los pintores cubanos trabajamos con esa calidez.
Yo hago mucho retrato, y precisamente en el retrato es donde más se nota esta herencia. No se trata solo de capturar un rostro, sino de transmitir esa calidez humana que nos caracteriza, incluso cuando trabajo temas críticos como en «No sabes tú la lástima que damos», mantengo esa paleta cálida que nos define.
Esa pieza de la hiena, por ejemplo, habla de problemas globales – las redes sociales, la doble moral – pero desde una sensibilidad muy cubana. Usé nuestros colores, nuestra manera de ver el mundo, para plantear una crítica universal. Nuestra cultura no son solo los símbolos tradicionales – es también cómo interpretamos el mundo actual.

P: ¿Cómo valoras el ambiente artístico de Manzanillo en este contexto?
AAF: Manzanillo es una cuna de pintores con una identidad muy marcada, aquí hemos desarrollado una técnica muy bien pulida. No es casualidad que tengamos referentes como Yunier Tamayo y Diolis Salatti, ellos representan ese nivel de excelencia técnica que nos caracteriza. Es nuestro aporte al patrimonio cultural cubano.
P: Para los jóvenes que empiezan, ¿qué significado tiene la cultura cubana en su desarrollo artístico?
AAF: La cultura cubana es nuestro punto de partida y nuestro destino. Les digo a los nuevos pintores que no ignoren sus raíces. Que pinten por crear, sí, pero que entiendan que traer las cosas a la zona de confort significa apropiarse de lo nuestro para luego innovar. La técnica que aprendemos aquí, en talleres manzanilleros, es tan valiosa como cualquier título.
P: ¿Cómo deberíamos celebrar el Día de la Cultura Cubana desde el arte?
AAF: Creando con honestidad. Mostrando lo que somos sin filtros, mi generación tiene el reto de mantener vivas las tradiciones mientras hablamos de lo que nos afecta hoy. Eso es celebrar nuestra cultura: no solo conservarla, sino hacerla crecer con nuestra propia voz.
En el Día de la Cultura Cubana, Ángel Alberto Arias Fonseca una voz de una nueva generación que honra el rigor técnico de la tradición pictórica manzanillera, su evolución desde una primera participación casual en el Salón 10 de Octubre hasta la complejidad conceptual de «No sabes tú la lástima que damos» demuestra que la cultura cubana sigue renovándose donde manos jóvenes mantienen vivo el diálogo entre oficio e identidad.