
El curso comenzó y con él los múltiples retos que supone tanto para educadores como educandos enfrentar una etapa caracterizada por limitaciones impuestas por la situación económica actual. Uno de estos es la carencia de libros de textos, como es el caso de la asignatura Química que reciben los estudiantes de décimo grado del Instituto Preuniversitario Fermín Valdés Domínguez. La solución llega de la mano del uso de las tecnologías modernas y el llamado aprendizaje digital.


“La tecnología hoy por hoy la usamos con el objetivo de, sin sustituir la labor del profesor, para que le facilite al estudiante aquella vía por la cual él quiera orientarse y obtener una mayor información, que quizás no se la demos y esta le propicia a él una adquisición de conocimiento para él más factible y que la vea como un medio para él también para su preparación”, explica Julio César Pérez Tamayo, profesor de química del IPU Fermín Valdés Domínguez.
“Hoy nosotros carecemos del libro de química décimo, pero lo tenemos digital. Y ya me di a la tarea como profesor de formar un grupo a través de WhatsApp y a través de este grupo yo se lo hice llegar a todos los estudiantes y por ahí es por donde nos vamos guiando para cualquier ejercicio, tarea y trabajo que vayan ellos a realizar, ya lo tienen ahí. Hasta que nos llegue el libro como tal, el texto impreso”.

En la escuela cubana, la informática puede potenciar el aprendizaje de Química mediante el uso combinado de computadoras y teléfonos móviles: en las computadoras, se pueden ejecutar simulaciones de reacciones químicas, modelar estructuras moleculares y realizar prácticas virtuales de laboratorio que fomenten el razonamiento científico; mientras que, con los móviles, los estudiantes pueden acceder a aplicaciones didácticas, consultar bases de datos de compuestos, filmar y compartir experimentos, y resolver problemas en plataformas educativas con retroalimentación inmediata. Esta integración facilita la visualización de procesos invisibles (como estados de oxidación o cinética) y promueve el aprendizaje móvil y colaborativo, siempre bajo normas de seguridad, uso responsable y alineado con el contenido de la asignatura.

“Sí, el móvil lo utilizamos para resolver actividades independientes que nos ponen los profesores, trabajos prácticos, también para cuando vamos a hacer algún seminario, o para resolver ejercicios que nos ponen, como medio de enseñanza, también la computadora”, comenta Kevin Alexander Vilariño García, estudiante de décimo grado de la institución educativa.
Para él, como para el resto de sus compañeros, el uso de la tecnología dentro del proceso de enseñanza “es muy importante porque nos ayuda en todo esto. Los beneficios que nos brindan es que los estudiantes pueden ir a diferentes programas como Wikipedia, Google, aplicaciones como Telegram que tienen Lucía, ChatGPT, que es muy importante y nos ayuda”.
El uso de la tecnología en la actualidad ha llevado a que mundialmente se dedique una semana para debatir, dialogar y buscar consensos respecto a los desafíos que impone el desarrollo tecnológico, especialmente en el ámbito educativo.

La informática se ha convertido en una herramienta cada vez más integrada al proceso educativo en Cuba, buscando potenciar habilidades digitales, promover el pensamiento crítico y facilitar el acceso a la información. En los últimos años, las políticas educativas cubanas han enfatizado la incorporación de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en las aulas como un complemento al aprendizaje tradicional, con el objetivo de favorecer la alfabetización digital y preparar a los estudiantes para un entorno laboral cada vez más dependiente de herramientas tecnológicas.
Aunque persisten desafíos como la conectividad y la disponibilidad de equipos, las escuelas han avanzado en proyectos que permiten a los docentes integrar software educativo, laboratorios de computación y actividades conectadas con el currículo.
Las recomendaciones oficiales suelen enfatizar normas de uso responsable, seguridad digital y la necesidad de que el móvil sea una herramienta complementaria que apoye los objetivos de aprendizaje y no una distracción.