Arbovirosis en Manzanillo: entre la prevención y el abandono urbano

Imagen ilustrativa
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Prevenir arbovirosis en esta ciudad del Golfo, se ha convertido en una tarea cuesta arriba, no solo por la persistencia del mosquito Aedes aegypti, ni por las condiciones climáticas que favorecen su reproducción, sino por un entorno urbano que, lejos de ayudar, parece conspirar contra la salud pública.

La urbe enfrenta hoy una combinación peligrosa, apagones prolongados, escasez de recursos, dificultades para el abasto de agua y una gestión deficiente en la recogida de desechos sólidos; la proliferación de microvertederos en calles, esquinas y solares abandonados no solo afea el paisaje urbano, sino que crea condiciones ideales para la reproducción de vectores.

Bolsas plásticas, latas, neumáticos y recipientes desechados acumulan agua tras cada lluvia, convirtiéndose en criaderos silenciosos del mosquito transmisor del dengue, zika y chikungunya.

Las autoridades sanitarias hacen lo que pueden con lo que tienen; las brigadas de vectores continúan su labor, muchas veces sin los insumos necesarios, enfrentando limitaciones logísticas y materiales; pero la prevención no puede sostenerse únicamente desde el sistema de salud, requiere una acción intersectorial real, donde comunales, gobierno local y ciudadanía trabajen de manera articulada.

La recogida de basura, por ejemplo, no puede seguir siendo intermitente ni improvisada, la acumulación de desechos no solo genera malestar social, sino que representa un riesgo epidemiológico directo, y si bien se reconocen las dificultades con el transporte y el combustible, también es evidente que falta planificación, seguimiento y voluntad para enfrentar el problema con seriedad.

En este contexto, la población se encuentra atrapada entre la necesidad de almacenar agua, con ciclos que superan los cuatro meses en sectores hidrométricos de la parte alta, los apagones prolongados y la imposibilidad de mantener limpios sus entornos por la falta de servicios; sin embargo, la prevención sigue siendo posible.

Tapar los depósitos, eliminar criaderos domésticos, denunciar focos, participar en jornadas de limpieza comunitaria, son acciones que no requieren grandes recursos, pero sí conciencia.

Manzanillo ha demostrado en otras etapas que puede sobreponerse a la adversidad; hoy, esa capacidad debe traducirse en exigencia ciudadana, en responsabilidad compartida y en un llamado urgente a las autoridades para que no se descuide lo esencial, porque la salud no se defiende solo con fumigación, sino con entornos limpios, servicios eficientes y comunidades activas.

La lucha contra las arbovirosis no se gana en laboratorios, sino en las calles, y mientras los basureros sigan creciendo, también crecerá el riesgo.

Nuestra ciudad merece más que esfuerzos aislados, merece una estrategia coherente, sostenida y participativa. La prevención no puede esperar, y Manzanillo tampoco.

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Un comentario en “Arbovirosis en Manzanillo: entre la prevención y el abandono urbano

  1. Tiene usted mucha razón,no solo depende de los entes gubernamentales, nosotros,la población en general jugamos un papel muy importante pues si todos colaboramos y no permitimos los microvertederos en nuestras calles,nuestros barrios, también combatimos la propagación de las enfermedades

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