Manzanillo. Diciembre 10.- “El bienestar animal no es un lujo, es un derecho fundamental que ellos tienen. Son seres que sienten y dependen completamente de nuestra humanidad”. Con esta convicción la Dra. Lucía Beatriz Reyes García, médico veterinaria y zootecnia, define la esencia de su lucha.
En un día dedicado a reflexionar sobre los derechos de los animales, su voz destaca no solo como profesional, sino como una activista cuya misión es proteger.
Lucía cuenta que su camino comenzó con el amor infantil por los perros, sus principales compañeros de juegos. “Me motivó estudiar veterinaria ese amor y la preocupación de poder ayudarlos cuando están enfermos. Ellos no pueden decirnos con palabras qué les duele; tenemos que ser su voz”, explica. Graduada en la sede Peralejo de la Universidad de Granma, con solo dos años de ejercicio profesional, su trayectoria está marcada por una pasión de cuidado y protección.

Su formación académica se entrelazó tempranamente con el activismo, desde el segundo año de la carrera, se unió al Grupo ABA Manzanillo, dedicado al bienestar animal. Hoy, desde la presidencia del grupo, lidera una labor titánica y completamente voluntaria. “Organizamos todo, desde ferias de salud donde brindamos vacunación, atención médica básica y cortes de uñas, hasta campañas de desparasitación y recaudación de fondos. Cada peso se destina a atender a un animal callejero”, narra con detalle.
La Dra. Reyes describe un Manzanillo que, según su observación, ha comenzado a transformar su conciencia. “Hace unos cinco años que el pueblo manzanillero ha abierto su corazón. Se ha culturizado poco a poco, y ahora existen varios grupos protegiendo a los animales”, afirma. Sin embargo, este despertar compite contra una cruda realidad, la ciudad no cuenta con un refugio oficial.
“Recibimos muchos reportes de animales en peligro, les buscamos hogares temporales, destinamos alimentos y medicinas, y difundimos su caso para una adopción responsable. Muchas veces, los acogemos nosotros mismos. Es un trabajo sacrificado, pero no podemos voltear la mirada”.
Explica que «la falta de empatía y respeto es el mayor obstáculo. Aunque a una persona no le gusten los animales, no hay razón para maltratarlos. Merecen cuidado, amor y cariño por el simple hecho de existir”.
Subraya que el abuso y el abandono son flagelos cotidianos, y que la solución requiere un enfoque de dos vías. “Es imperativo hacer conciencia animalista en la población, educar desde el respeto a la vida, y a la par, exigir que se castigue con firmeza a quien vulnere o maltrate. Los derechos no son solo un concepto; deben tener respaldo”.
Para Lucía, cada intervención es un paso más en la construcción de una sociedad más compasiva. En el Día de los Derechos de los Animales, su trabajo recuerda que estos derechos se defienden, cada día, con la voluntad de cambiar la realidad de quienes no pueden pedir ayuda.