Camilo Cienfuegos; la flor que el mar no pudo apagar

Este 28 de octubre es atípico, no hay multitudes caminando hacia el malecón, ni manos extendidas sobre las aguas del Golfo del Guacanayabo liberando pétalos blancos. Las calles hoy guardan un silencio inusual, las inclemencias del tiempo han impedido que ese mar de personas, que cada año convierte el litoral en un jardín flotante, rinda homenaje a Camilo Cienfuegos en el aniversario 66 de su desaparición física.

Su vida estuvo marcada por la lucha y la convicción política, vivió en el exilio en dos ocasiones, trabajó como obrero y camarero en Estados Unidos, donde fue detenido y deportado a México por su activismo político, y fue precisamente en tierras mexicanas donde logró establecer contacto con Fidel Castro, quien organizaba la expedición del yate Granma.

Aunque inicialmente no fue seleccionado por su falta de entrenamiento militar, su determinación lo llevó a convertirse en el último integrante de la expedición que cambiaría el curso de la historia cubana.

Se convirtió entonces, en uno de los doce hombres que lograron reagruparse con Fidel Castro en la Sierra Maestra donde destacó por su valentía y arrojo, cualidades que le atribuyeron el sobrenombre de el Señor de la Vanguardia.

En la columna liderada por Che Guevara, Camilo se desempeñó como jefe, allí nació una entrañable amistad entre ambos guerrilleros. El Che Guevara lo recordaría años después como el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa.

Su momento de gloria militar llegó en diciembre de 1958, cuando al mando de la Columna Invasora número 2 Antonio Maceo, dirigió la batalla de Yaguajay, la victoria en este combate, que se extendió hasta el 31 de diciembre, representó un golpe decisivo al ejército de Batista y le valió el título de Héroe de Yaguajay.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana, Cienfuegos fue nombrado Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde. Sin embargo, su promisoria carrera se truncó abruptamente aquel día de octubre, mientras regresaba de Camagüey a La Habana, después de haber cumplido la delicada misión de arrestar al jefe militar de esa provincia, Huber Matos, el avión Cessna 310 en el que viajaba desapareció sobre el Estrecho de Florida.

Durante días, el pueblo cubano participó en una de las búsquedas más conmovedoras de los primeros años de la Revolución. Campesinos, soldados y ciudadanos recorrieron palmo a palmo la geografía cubana, esperando encontrar con vida al Comandante del Pueblo, pero ni los restos del avión ni los de Camilo fueron hallados jamás.

Fidel Castro, al confirmar la desaparición, pronunciaría unas palabras que se grabarían a fuego en la memoria colectiva «en el pueblo hay muchos Camilos».

Fue en 1960 que nació la costumbre de lanzar flores al mar en su honor, iniciativa promovida por Ernesto Che Guevara y con el paso del tiempo se ha convertido en una tradición que atraviesa generaciones.

Hoy, el malecón manzanillero permanece desierto, bajo las primeras influencias del Huracán Melissa, las olas chocan contra el cemento sin testigos, pero en cada rincón, en el susurro de los viejos que repiten sus hazañas y en la curiosidad de los niños que preguntan por el hombre de la sonrisa eterna, Camilo Cienfuegos sigue presente.

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