Canto a la libertad, símbolo de la Cultura Nacional

Réplica de la Edición Oficial del Himno Nacional // Foto Marlene Herrera

Aquel 20 de octubre de 1868 una tonada gloriosa entonada por el pueblo bayamés estremeció la identidad nacional, para seguir echando raíces y afianzarse a la tierra y al corazón de la nación cubana.

 

El canto de libertad, compuesto en piano en la madrugada del 14 de agosto de 1867, por el abogado Don Pedro Figueredo Cisneros, Perucho, como le decían los compañeros de lucha, se erigió como marcha evocadora de la causa independentista y alcanzó tal popularidad que se silbaba por las calles.

 

Tras el alzamiento en La Demajagua, llamado al levantamiento patrio en aras de la independencia, las tropas mambisas al mando de Carlos Manuel de Céspedes ocuparon Bayamo aquel martes de octubre, cual triunfo frente al colonialismo español.

 

La hija y la esposa de Figueredo portaron aquel día la bandera de la gesta. Y junto al avance de las tropas rebeldes, el pueblo exaltado a vivas voces pidió a Perucho: ¡la letra!

 

Montado en su caballo, dominado por el sentir profundo de la primera victoria del ejército mambí, escribió los versos. Luego de pasar de mano en mano, la marcha se hizo eco en las voces. El tarareo se volvió canto, y al unísono, los hombres y mujeres de la primera ciudad libre de Cuba, completaron el nacimiento de nuestro Himno Nacional.

 

“Nuestra Bayamesa, el símbolo en que se entrecruzan el sentimiento de amor a la patria y la decisión de combate, la expresión artística de ese acto cultural por excelencia en que el pueblo afirma y conquista su identidad plena, la guerra libertadora”, afirma el Decreto que instituye este, como el Día de la Cultura Cubana.

 

Aquella composición poética conformada originariamente por seis estrofas o cuartetas de veinticuatro versos, de la cual entonamos hoy las dos primeras estrofas, sigue enardeciendo el corazón de los cubanos, en expresión de nuestro espíritu de independencia.

 

Cual símbolo genuino de nuestra cultura nacional, como expresó el Apóstol, José Martí, al publicar su letra en el periódico Patria, el 25 de junio de 1892, provoca que espolee la sangre en las venas juveniles. Por sus acordes, “en la hora más bella y solemne de nuestra patria, se alzó el decoro dormido en el pecho de los hombres”.

 

Y, hoy continúa siendo nuestro canto a la libertad, la reafirmación cultural, en verso y canción, de que “morir por la Patria, es vivir”.