Chapeando: ¿Prohibido hablar de tráfico humano? (+ Podcast)

Lo que realmente sucedió en el reciente accidente provocado por una operación de tráfico de personas en el norte de Bahía Honda, era un misterio hasta que un especial de la TV Cubana el martes, hizo públicos los resultados de las investigaciones criminalísticas, con respaldo de criterios de expertos y las primeras imágenes tomadas directamente en el lugar de los hechos.

Chapeando intentó compartir audios tomados del canal del Guerrero cubano, quien contrastó las investigaciones recién reveladas con las versiones diseminadas profusamente durante días en medios tradicionales del sur de la Florida y en redes sociales, acusando de todo a las autoridades cubanas, pero…en pocas horas ese canal había sido censurado otra vez.

Reinier Duardo, quien ha publicado en Twitter un hilo detallando lo más trascendente de las investigaciones del MININT, tiene su interpretación de lo ocurrido y el por qué de la censura al Guerrero. Todo tiene que ver con el impacto de las revelaciones y cuánto podría contribuir al desmontaje de la mentira.

«Todo lo que se ha dicho por los peritos corrobora al detalle que fue una operación de tráfico de personas. Y eso es delito aquí, allá y en todo el mundo», apuntó Bárbara Betancourt, quien cree que la negativa a reconocerlo es realmente una maniobra mediática para proteger a los implicados en el negocio.

Recordando la alharaca que armaron en el Canal 41, donde las palabras más usadas fueron asesinato, masacre y todas las acusaciones contra Cuba, Reinier se preguntó: ¿por qué medios de prensa y periodistas que saben perfectamente que se trataba de una clásica operación de tráfico humano, salieron a decir lo contrario y a acusar de crimen a los guardafronteras cubanos?

En su opinión, hay dos motivos. El primero y permanente: aprovechar cualquier incidente para acusar a las autoridades cubanas, aún sin la más mínima evidencia. El otro esconde los poderosos intereses involucrados en esos delitos.

En resumen, hoy sabemos que fueron violadas todas las normas de navegación segura, que aquella lancha de seis pasajeros que se modificó estructuralmente, sustituyéndose el motor original por dos fuera de borda de mayor velocidad y se sobrecargó con varios tanques de combustible y con 26 personas que jamás se protegieron con chalecos salvavidas, era más peligrosa que una balsa artesanal.

La pérdida del control terminó provocando la colisión con la guardafronteras, pero ni fue embestida, ni se partió en mil pedazos como se dijo. Las dos embarcaciones peritadas muestran sobradas evidencias de lo que pasó y que ahora se pretende censurar.

Increíblemente, los mismos que levantaron las acusaciones, hicieron más escándalo aún afirmando que los testimonios de los sobrevivientes fueron obtenidos bajo presión e insisten en la teoría del asesinato. No hay el más mínimo interés en esclarecer las causas de un accidente propiciado por prácticas comunes al delito de tráfico humano.

Hay quienes dicen que demoró la investigación y que eso propició que se establecieron las matrices de la mentira. A lo mejor. Pero lo que nadie puede negar es la contundencia de la denuncia, la fuerza de las evidencias y de los argumentos expuestos. Seguimos Chapeando.

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