
En esta ciudad suroriental, la danza ha sido un pilar fundamental de la cultura local. Sin embargo, en los últimos años, la manifestación artística enfrenta desafíos significativos que han puesto a prueba la resistencia de este arte.
Según declaraciones del licenciado e instructor de arte Wilberto Guerra Gómez, metodólogo de la especialidad de danza en la ciudad, «nuestros bailes enfrentan un momento complejo y todo nuestro esfuerzo es por mantener viva la tradición».
Guerra Gómez señaló una marcada disminución en la actividad danzaria en comparación con años anteriores, destacando la escasez de personal técnico en la Casa de Cultura, donde actualmente solo trabajan dos instructores.

«La situación es complicada. No contamos con la fuerza técnica necesaria en la Casa de Cultura», reconoció además el apoyo de los promotores culturales a través de actividades en los consejos populares de la ciudad.
A pesar de los desafíos, la Casa de Cultura de Manzanillo continúa ofreciendo talleres de creación y apreciación de diversos géneros danzarios. Los bailes cubanos, campesinos y latinos son los protagonistas, buscando acercar a la juventud a las raíces culturales. «El principal objetivo es contrarrestar las influencias foráneas y conectar a los jóvenes con lo que nace de nuestra cultura», explicó Guerra Gómez.
Un espacio importante en la escena danzaria local es el Club de Danzón Chito Bonet, integrado por personas de la tercera edad, quienes tienen un espacio fijo todos los últimos viernes y domingos de cada mes, junto a la Banda Municipal, reafirmando el valor de la tradición.


Por su parte, la instructora Mirella Díaz imparte clases de danza moderna y bailes populares cubanos para los más pequeños todos los sábados, mientras que Wilberto dirige el taller de danza los jueves. Además, se cuenta con el apoyo de la Brigada José Martí, que trabaja directamente en las escuelas con proyectos vinculados a la Casa de Cultura y la comunidad.
«A pesar de ser pocos instructores, estamos trabajando para mantener viva la cultura cubana y manzanillera», afirmó Guerra Gómez. Al ser consultado sobre la ausencia del ballet en Manzanillo, el metodólogo explicó que hace alrededor de 15 años que esta manifestación artística no tiene presencia en la ciudad.
La pérdida física de la instructora Gladis León, reconocida por su dedicación y logros a nivel municipal, provincial y nacional, dejó un vacío que nadie ha podido asumir por la falta de instructores con formación técnica profesional en ballet. «Gladis León era muy dedicada y obtuvo resultados notorios, pero su fallecimiento dejó un gran vacío. Además, en la Casa de Cultura no existen las condiciones necesarias para crear un grupo de ballet, ya que se requiere de un tabloncillo, barras y espejos», detalló Guerra Gómez, subrayando la necesidad de recursos e infraestructura adecuada para desarrollar esta disciplina.
El movimiento danzario en Manzanillo es un reflejo de la resistencia cultural frente a los desafíos que hoy enfrentamos. El trabajo de Wilberto Guerra Gómez, Mirella Díaz y otros promotores demuestra que el arte sigue vivo en la ciudad, su lucha por rescatar lo tradicional y acercar a las nuevas generaciones a sus raíces es un testimonio de que la cultura, incluso en tiempos difíciles, nunca deja de bailar.