Creación de las Milicias Nacionales Revolucionarias: un duro golpe al imperialismo

Entrenamiento de las primeras Milicias Nacionales Revolucionarias // Foto: Archivo de Granma

Consciente de que la defensa de la Patria amenazada es el primer deber de todo hijo digno de ella, el Gobierno Revolucionario convocó al pueblo cubano a formar parte de las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) en fecha tan temprana como el 26 de octubre de 1959.

Progresivamente a partir de ese día se comenzaron a abrir centros de inscripción en ciudades y poblados. Largas filas de personas de inmediato acudieron a ellas, incluyendo jóvenes a muchos de los cuales aún no le despuntaba la barba, quienes reclamaban su puesto para defender a la Isla de las amenazas de agresión militar provenientes de Estados Unidos y la protección de objetivos civiles contra acciones de grupos terroristas. La camisa azul de mezclilla y el pantalón verde olivo se convirtieron así en la ropa más frecuente en las calles cubanas.

El origen de esta decisión se remite a fines de agosto de 1959 cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz fue a la provincia de Pinar del Río para fundar la primera Granja del Pueblo en la región de Viñales. Informado Fidel de la existencia de una pequeña banda alzada dirigida por un prófugo de la justicia revolucionaria, pidió reunir a 12 campesinos de la región a los que propuso organizarse, armarse y operar contra la cuadrilla. Leandro Rodríguez Malagón, a quien todos conocían por su segundo apellido, fue designado jefe de la patrulla conocida desde entonces como Los Malagones.

Durante el mes de septiembre se entrenaron en el Campamento Militar de Managua. A fines de ese mes, el Comandante en Jefe dio por concluido el curso y les planteó la misión: capturar a la llamada banda del cabo Lara, en un plazo no mayor de tres meses. Fidel fundamentó la orden señalando que ellos conocían el terreno, a los habitantes, a los alzados y poseían las condiciones físicas y cualidades morales necesarias para derrotarlos. Cuando los despidió, les expresó: «Malagón, si ustedes triunfan habrá milicias en Cuba».

Los primeros milicianos sólo necesitaron poco más de dos semanas para capturar a los contrarrevolucionarios. Los Malagones se convirtieron en modelo para organizar en toda Cuba un ejército multitudinario sin precedentes en la historia de la defensa del poder revolucionario. Primero fueron patrullas de milicias, después compañías y finalmente batallones de combate.

El 26 de octubre del primer año en el poder, durante un acto de masas en protesta por las agresiones provenientes del territorio estadounidense, Fidel proclamó la creación en todo el país de las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), como una fuerza militar voluntaria del pueblo subordinada al Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Minfar) para defender la Revolución, y se organizaron por sectores sociales: milicias obreras, campesinas y estudiantiles.

Estos destacamentos recibían clases de infantería, arme y desarme y hacían guardias en centros de trabajo y objetivos priorizados. Para marzo de 1960, a menos de cinco meses de creadas las MNR, aproximadamente medio millón de hombres y mujeres estaban organizados en sus filas.

El 4 de marzo de 1960 fue saboteado el vapor francés La Coubre en la bahía de La Habana cuando descargaba armas y municiones adquiridas en Europa. Más de un centenar de muertos entre cubanos y extranjeros fue el saldo macabro de aquel acto terrorista. Ese mismo mes el presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, estampó su firma en el documento titulado Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro, con el objetivo de desestabilizar el país hasta paralizarlo y finalmente invadirlo.

El Jefe de la Revolución decidió reorganizar los destacamentos de milicias con un sentido táctico territorial, y convertirlos en batallones de combate. Grandes problemas se presentaban para cumplir con aquella misión: armamentos, cuadros de mando e instrucción. Fusiles, ametralladoras, morteros y piezas de artillería terrestre y antiaérea, procedentes de los países socialistas comenzaron a entrar a puertos cubanos y en carrera contra el tiempo se entregaban a las recién formadas baterías, compañías y batallones.

La heroica historia de las milicias comenzaba a escribirse y se cubriría de gloria poco tiempo después, al participar en la derrota de la invasión mercenaria por Playa Girón y convertirse en los batallones de Lucha Contra Bandidos en el Escambray, Las Villas, y eliminarlos en todas las provincias del país.