¿Cuáles son las proyecciones de la producción de arroz en Cuba?

La producción de arroz en Cuba ha descendido gradualmente desde 2019. // Foto: Ronald Suárez Rivas

Aguada de pasajeros, Cienfuegos.–El programa arrocero, emprendido en 1967 por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, tuvo en cuenta que el cereal constituye un alimento estratégico para el país, a partir de que es posible almacenarlo sin procesar y, además, tiene un alto contenido de calorías.

Cada gramo puede aportar tres kilocalorías y eso lo hace muy importante en la dieta de los cubanos. Nuestro país requiere más de 600 000 toneladas de arroz para cubrir la canasta familiar normada y el consumo social, pero la realidad indica que esa amplia demanda debe ser satisfecha, en más de las dos terceras partes, por la vía de la importación, y no precisamente desde naciones cercanas.

En diálogo con Granma, Oslando Linares Morell, director de la División Tecnológica de Arroz, del Grupo Empresarial Agrícola, adscrito al Ministerio de la Agricultura, explicó que «el Programa integral de desarrollo del arroz, que se comenzó a trabajar en la práctica en 2012 –y que fuera actualizado seis años después–, tenía prevista la consecución, para 2030, del añorado autoabastecimiento de arroz en la Isla.

«De cara a lograr dicho propósito, debían sembrarse unas 200 000 hectáreas, obtenerse un rendimiento de seis toneladas por hectárea, y lograr una producción del cereal húmedo de 1 200 000 toneladas, que nos permitiría obtener más de 600 000 toneladas de arroz consumo al año», añadió el funcionario.

A su juicio, hasta 2018, el referido programa marchó satisfactoriamente. Recordó que en dicho año Cuba rompió el récord histórico de producción de arroz, con 304 000 toneladas. Aunque se esperaba una campaña favorable para el calendario siguiente, los resultados cayeron hasta las 246 700 toneladas un año más tarde.

Y de ahí hacia acá hemos ido en picada, reconoció Linares Morell. «En la década en curso la producción arrocera se ha visto muy limitada debido, en lo fundamental, a la carencia general de insumos, así como de las piezas de repuesto para las combinadas arroceras».

El directivo complementó que un socavón real lo constituyó el año 2022, cuando los volúmenes del alimento descendieron considerablemente.

La razón de dicho declive progresivo la atribuye a la convergencia de varias causales. Mencionó entre estas «los dos años de pandemia que sufrió el mundo; con todo cuanto ello entrañó en el orden económico, incluida la pérdida de la cadena de suministros que teníamos a escala planetaria».

A consideración de Linares Morell, a lo anterior se sumó el reforzamiento de las medidas del bloqueo del Gobierno de Estados Unidos, la inclusión espuria de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo y, en fecha más reciente, el conflicto bélico en Ucrania, el cual también provoca consecuencias negativas para la agricultura y el sector en particular.

Como resultado de la hostil política imperialista, existen limitaciones en herbicidas, pesticidas y portadores energéticos. El bloqueo afecta la cosecha del grano por la baja disponibilidad de combustibles para la maquinaria en tierra y la aviación agrícola, la falta del fertilizante urea, y de otros insumos determinantes en la eficiencia del ramo.

Como consecuencia de tales percances, Cuba ha visto reducidas de forma notable las importaciones de fertilizantes y productos químicos, indicó.

«Los planes montados para 2023 todavía son bastante bajos, con alrededor del 40 % de cuanto estaba previsto a esta altura en el programa de desarrollo. Esto significa que debíamos sembrar 140 000 hectáreas, y solo lograremos plantar en este calendario 68 000 hectáreas, cifra realmente pobre», estimó.

PENSAMIENTO CIENTÍFICO: ESPALDARAZO AL SECTOR

Interrogado por Granma sobre cómo y cuándo, entonces, podría revertirse la actual situación, el entrevistado afirmó que, pese a lo crítico del año recién iniciado, es posible comenzar el paulatino despegue en el propio 2023, y consolidarlo en, al menos, un trienio.

En tal sentido, el Director de la División Tecnológica de Arroz concedió especial importancia a la implicación de la ciencia, la técnica y la innovación en el renacer de la esfera.

Las empresas deben estudiar todo el potencial investigativo y científico del país y aplicarlo, habida cuenta de que emplear esas valiosas herramientas resulta básico para el necesario crecimiento. La innovación pasa por aplicar los resultados en el campo y es algo de lo que deben estar bien conscientes los arroceros.

Informó que se trabaja con ahínco, para convocar al pensamiento científico y creativo de la nación, a respaldar a los cerca de 25 000 productores del cereal existentes en la Isla.

Graficó, a tales efectos, plenarias como la que tuvo por sede a Aguada de Pasajeros, el pasado sábado, en la que fueron expuestas las mejores experiencias a escala de país; también las peores, pues de igual manera que algunas empresas son abanderadas, digamos, por ejemplo, en las prácticas agroecológicas, otras están a la zaga.

El objetivo –precisó Linares Morell– es fomentar y desarrollar un grupo de tecnologías endógenas que nos permitan el despegue, sin esa amplia demanda de recursos que no poseemos.

La experticia probada de no pocos productores, y el potencial científico vinculado a la esfera, deben incidir en el ascenso de los rendimientos agrícolas y la calidad del grano, sostuvo. 

«Los arroceros tenemos que acostumbrarnos a las nuevas condiciones de trabajo, a utilizar menos productos químicos y a emplear un número considerablemente mayor de bioproductos», señaló Linares Morell.     

Depositó esperanzas en el desarrollo de la producción de arroz agroecológico, el trasplante y la creación de nuevas variedades, con el objetivo de retomar e impulsar el programa.

Según su criterio, una real fortaleza para la Mayor de las Antillas es su consolidado programa de semillas: «Nuestro arroz se autoabastece de semillas, hoy estamos desarrollando 12 variedades en producción a lo largo del país. Este programa está fortalecido por los proyectos de colaboración con Vietnam y Japón».

Se cuenta con variedades de ciclo largo, medio y corto. Además, acotó el funcionario, hay en desarrollo otras cuatro variedades de ciclo corto y baja exigencia de insumos.