Cuando el maíz regresa a la industria

Este año, durante el pico de la cosecha de maíz, ya habían entrado a la planta de beneficio unas 3 000 toneladas de grano // Foto: Rafael Martínez Arias

Bayamo, Granma.–Cuando en octubre de 2021 este diario visitó la planta de secado, beneficio, almacenamiento y empaque de granos de esta oriental provincia, en ese momento la entrada del maíz a dicha industria se producía casi a cuentagotas, debido a serios problemas con la contratación, comercialización y organización de la cadena productiva de ese cultivo.

Sin embargo, al cabo de un año de aquel panorama azaroso, la entidad –perteneciente a la Empresa Agroindustrial de Granos José Manuel Capote Sosa– ha vuelto a mostrar, como en sus inicios, un ambiente de productividad favorable, que augura mejores dividendos al cierre de la actual cosecha del grano.

¿Cómo se ha logrado, entonces, estabilizar la ruta del maíz desde el campo hasta la industria?; ¿de qué manera ha impactado el incremento de los volúmenes productivos en la salud financiera de la planta y sus trabajadores?, y ¿qué desafíos tiene aún el proceso integral del grano que se destina a la obtención de alimento animal? Ante estas interrogantes, Granma vuelve sobre el tema.

CAMBIOS NECESARIOS

Si hace un año Ángel Tamayo Yero, director de la unidad empresarial de base (UEB) Beneficio de Granos –donde radica la planta– debía hacer malabares para lograr concretar la compra del maíz a productores granmenses con los que la entidad tenía contrato, este 2022 las ofertas de venta del grano «les han llovido, y los camiones con maíz no han dejado de llegar a la industria».

Según apunta el directivo, la crítica situación que atravesó la planta granmense en 2021 les ha servido de experiencia para afrontar esta contienda en mejores condiciones económicas y logísticas.

«Este año, por ejemplo, obtuvimos el financiamiento temprano para pagarles a los campesinos. Para ello solicitamos al banco un crédito inicial de 80 millones de pesos, y luego hicimos una extensión de ese monto a cien millones, lo que nos ha permitido honrar el pago a tiempo a los productores con un término promedio de una semana o menos tras la entrega del maíz; y, además, ese respaldo monetario nos servirá para enfrentar la cosecha del frijol, que iniciará en 2023.

«También debemos reconocer que durante este calendario hemos trabajado mucho mejor el proceso de contratación, corrigiendo errores que nos golpearon en la anterior contienda y siendo muy serios a la hora de establecer el convenio con el productor, pues no podemos prometer lo que no tenemos en las manos».

Por otra parte, añade Tamayo Yero, uno de los impactos más positivos ha sido el incremento de los precios del maíz, pues el año pasado se pagaba a mil pesos el quintal «y ahora lo hemos comprado a 2 000 pesos, e incluso en determinadas épocas lo hemos subido hasta 2 200 pesos el quintal».

A ello se le suma el incentivo de pagar 30 pesos de margen comercial por cada quintal si el productor o la base productiva llevan el maíz hasta la planta.

«De hecho, hemos tenido productores que inicialmente no hicieron contrato con nosotros y cuando comenzaron a ver el positivo comportamiento que ha tenido la planta cambiaron de opinión, y en esta última etapa decidieron vendernos su maíz», acota.

«Muy importante ha sido también el apoyo que hemos recibido de las autoridades del Partido, el Gobierno y la Agricultura en la provincia, pues aun cuando se ha seguido comercializando el maíz verde a la población, este año se ha reforzado con mayor rigor la venta del grano a la industria, y ese ha sido siempre el propósito, que el maíz venga a la planta de beneficio», resalta Tamayo Yero.

Para ilustrar ese cambio, basta con señalar que en igual fecha de 2021 a la planta solo habían arribado poco más de 800 toneladas de maíz, mientras que en los primeros días de octubre de este 2022 ya se contabilizaban cerca de 3 000 toneladas del grano, y estaba prevista la entrada de unas mil más.

No obstante, según advierte el directivo, estas cifras aún distan mucho de la capacidad instalada en la moderna y eficiente industria, donde pueden procesarse anualmente unas 18 000 toneladas.

«Para lograr ese volumen de producción, tendría que sembrarse en Cuba maíz todo el año y esa es una deuda que aún tenemos. Aquí la mayor cosecha se concentra en los meses de agosto a octubre y en menor cantidad en la campaña de frío, pero mientras no se haga una siembra escalonada será difícil concretar esas 18 000 toneladas».

En Cuba, la mayor cosecha se concentra en los meses de agosto a octubre, y en menor cantidad en la campaña de frío. Foto: Alfonso Sosa, Oscar

GANANCIAS COMPARTIDAS

Más de cien kilómetros –desde su finca, enclavada en el municipio de Niquero, hasta la planta de beneficios de granos, ubicada a las afueras de la ciudad de Bayamo, vía Santiago de Cuba– ha recorrido este año, y en más de una ocasión, el joven campesino Yunier Pineda Núñez, para venderle su cosecha a la industria.

«Supe de los beneficios de la planta y que el pago era tentador, por lo que decidí probar suerte y estoy muy satisfecho, pues a pesar de la distancia vale la pena venderle el maíz a la industria», confiesa el bisoño campesino, mientras espera el resultado del riguroso dictamen que se le realiza al grano en el laboratorio de calidad de la planta.

En tanto, en la industria, los trabajadores tampoco disimulan su bienestar. Allí se crearon tres colectivos laborales: uno de aseguramiento, otro de comercialización y un tercero de exportación de otros rubros como carbón y frutas, de cuyos ingresos netos se reparte el 75 %.

«Esto nos ha permitido obtener muy buenas comisiones, tanto para la planta –la cual no genera pérdidas financieras a la empresa Capote Sosa– como para los trabajadores, quienes han visto incrementarse sus salarios, y hoy tienen un elevado sentido de pertenencia con la industria, porque aquí no hay horario para irse», alega el director de la UEB Granos.

Esa afirmación la corroboran Juan Luis Paz Tornés, jefe del colectivo laboral de Comercialización; Belia Martínez Arévalo, especialista en gestión de la calidad de la planta, y la pesadora de la industria Yamilet Bárzaga Leyva, quienes certifican que de los 2 500 pesos que cobraban mensualmente en 2021, este año los salarios han ascendido a unos 24 000 pesos como promedio.

«El cambio de un año para el otro ha sido significativo, porque pasamos de no contar con grandes cantidades de maíz para procesar, a tener que en ocasiones alargar la jornada para que no se nos queden productores afuera de la planta, y eso te estimula como trabajador porque sabes que al final ese extra se va a traducir en dinero para el bolsillo», subraya Paz Tornés.

«Ciertamente estamos muy contentos con el sistema de pago del colectivo laboral, porque no es solo secar y vender maíz, sino que nos hemos diversificado con otras producciones que nos generan muy buenos ingresos», agrega también la especialista de calidad.

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Aunque la ruta productiva del maíz en Granma comienza a mostrar indicadores positivos que apuntan a la recuperación de la planta de granos, tanto sus directivos como los trabajadores saben que aún queda camino por recorrer y situaciones objetivas y subjetivas que limar, para lograr revertir en eficiencia la inversión millonaria que hizo el país para fomentar la producción de alimento animal.

Ese sigue siendo el mayor desafío de dicha entidad, cuyo proceso fabril no puede darse el lujo de tener «granos sueltos», cuando más se demanda que el maíz siga yendo a la industria.

EN CONTEXTO:

En Cuba, como promedio, se importaban anualmente hasta el pasado año 2021, más de 700 000 toneladas de soya, maíz y otros componentes con destino a la alimentación porcina y avícola.

Para este 2022 se han previsto unas 40 000 toneladas de maíz de producción nacional y unas 430 000 toneladas de importación con destino al consumo animal.

En el país se realizó una inversión millonaria para el montaje de modernas plantas de secado, beneficio y empaque de granos en las provincias de Granma, Holguín, Las Tunas y Santiago de Cuba, esta última considerada la mayor industria de su tipo en el país, con capacidad para procesar 120 toneladas diarias.