
En el corazón del Hospital Materno Fe del Valle Ramos de Manzanillo, donde cada día se lucha por la vida, una mujer ha hecho de su vocación un compromiso inquebrantable. Deylis Causa Rivero, licenciada en Citohistopatología, suma ya 24 años de labor silenciosa pero vital, interpretando los secretos ocultos en los tejidos humanos y contribuyendo con precisión científica al diagnóstico médico en Cuba.
Un llamado desde la primera lámina
“Mi primer contacto con la citohistopatología fue como una revelación”, confiesa Deylis mientras sus ojos parecen ver más allá del cristal del microscopio. “En una lámina caben tantas respuestas. Ahí está la verdad del cuerpo humano, esperando a ser interpretada con respeto y responsabilidad.”
Desde que egresó en el año 2001 como parte de una generación de profesionales comprometidos con el desarrollo científico del país, no ha abandonado la institución donde comenzó. Para ella, el Hospital Materno Fe del Valle Ramos es más que un espacio laboral; es un hogar de formación constante y resistencia cotidiana.
Raíces profesionales en terreno fértil
“Manzanillo me ha dado mucho más que un puesto de trabajo. Me ha ofrecido la posibilidad de crecer como persona, formar jóvenes, y ver cómo la ciencia cubana avanza desde lugares que muchos no imaginan como centros de innovación”, señala con orgullo.
Durante su carrera, ha enfrentado desafíos tecnológicos, escasez de insumos, y jornadas extenuantes, pero nunca ha sentido que su labor perdiera sentido. “Cuando alguien recibe un diagnóstico certero a tiempo, cuando una mujer puede tratarse de forma adecuada gracias a lo que vemos en una muestra, todo vale.”
El rostro poco visible de una ciencia esencial
La citohistopatología, aunque muchas veces relegada al anonimato detrás del laboratorio, juega un papel esencial en el sistema de salud. “No somos la voz que explica el diagnóstico al paciente, pero somos quienes ayudamos a que esa voz tenga fundamento. Cada resultado que entregamos es una pieza del rompecabezas clínico.”
Durante la pandemia, su especialidad se vio en la urgencia de procesar muestras, apoyar con rigor y rapidez. “Fue un tiempo difícil, pero también reafirmó que nuestra labor no es secundaria. Es base y cimiento del diagnóstico médico.”
Sembradora de saberes
Además de ejercer su especialidad con excelencia, Deylis ha dedicado parte de su carrera a formar nuevas generaciones de técnicos y especialistas. “Cada estudiante es una semilla que hay que cuidar. Transmitir conocimientos no es solo enseñar técnicas, sino sembrar compromiso y ética.”
Para ella, el mayor legado no será una muestra perfecta, sino un profesional íntegro que entienda que la ciencia no solo se hace con manos, sino también con conciencia.
Cuando se le pregunta por qué sigue, tras más de dos décadas de entrega, su respuesta tiene la firmeza de quien ha encontrado sentido en cada jornada: “Sigo porque amo lo que hago, porque sé que soy útil, y porque Cuba necesita cada gota de esfuerzo para mantenerse firme.”
Su familia ha sido sustento emocional y fuente de inspiración. “Mis hijos me ven como alguien que trabaja mucho, pero yo quiero que también entiendan que lo hago con alegría. La medicina no siempre brilla, pero siempre salva.”
Qué mensaje les darías a los jóvenes
“Les digo que vengan, que entren con respeto y hambre de saber. Esta especialidad parece silenciosa, pero guarda los gritos de diagnóstico que salvan. Y también guarda poesía, si sabes mirar en cada célula la historia que cuenta.”
Con esta entrevista, celebramos a quienes desde la ciencia construyen futuro, sostienen la salud nacional y engrandecen el rostro humano de Cuba. Porque detrás de cada diagnóstico certero, hay manos como las de Deylis, que trabajan con lupa, ética y corazón.