Manzanillo, como tantas ciudades cubanas, vive a diario la tensión vial: calles donde conviven coches, motos, bicicletas, carretas y peatones en un frágil equilibrio. Cada esquina, cada cruce, es un recordatorio de la urgencia de una cultura del respeto y la precaución.
Hoy, 10 de junio, el Día Mundial de la Seguridad Vial es una llamada de atención urgente y colectiva. La seguridad vial es el conjunto integral de acciones, conocimientos, normas y tecnologías destinadas a garantizar que el tránsito fluya y que los accidentes se prevengan. En este complejo escenario de la vía pública, todos somos actores decisivos, ya sea como peatón, pasajero o conductor, nuestra responsabilidad individual es ineludible.
En Cuba, este desafío encuentra un pilar fundamental en la Ley 109, Código de Seguridad Vial, es la herramienta que el Estado ha establecido para regular integralmente la actividad vial y el tránsito. Esta Ley define principios básicos, delimita las funciones de organismos rectores como los Ministerios del Transporte (MITRANS) y del Interior (MININT), establece responsabilidades institucionales y crea comisiones específicas para estudiar, coordinar y promover acciones. El respeto y cumplimiento de la Ley 109 por cada ciudadano no es una opción; es una obligación cívica fundamental, la base sobre la que se construye cualquier avance real.
Que la prudencia absoluta al volante, el respeto escrupuloso a las normas, la atención plena al caminar y la empatía genuina con los demás usuarios dejen de ser ideales para convertirse en hábitos inquebrantables.
La seguridad vial es una cuestión de respeto a la vida propia y ajena, la meta es clara: cero víctimas en nuestras calles y carreteras.