Manzanillo. Noviembre 18.- El abuso infantil constituye una de las problemáticas más sensibles de la sociedad contemporánea, aunque muchas veces permanece oculto, deja huellas profundas en el desarrollo emocional y psicológico de quienes lo padecen.
En nuestro territorio especialistas de la salud trabajan de manera constante para acompañar a los menores víctimas y sus familias; la Máster en Ciencias Greilys Navarro Ferrat, psicóloga del Hospital Pediátrico Provincial Hermanos Cordobés de esta ciudad, comparte su experiencia en la atención a estos casos en la región del Golfo del Guacanayabo.
¿Cuándo se considera que un niño es víctima de abuso?
«Se puede considerar que un niño está siendo abusado cuando otra persona, ya sea tutor, familiar o persona cercana, ejerce algún tipo de maltrato sobre el menor, ya sea físico, sexual o psicológico. En el abuso sexual, un familiar, tutor o persona cercana se vale de la confianza, el poder o la autoridad que tiene sobre el menor para tocar sus genitales o realizar algún tipo de actividad sexual. Esto incluye además ofrecerle material con contenido sexual como fotos o videos. Actualmente también se reconocen otros tipos de abuso como el ciberacoso o el ciberbullying».
¿Cómo se puede identificar que un niño está siendo abusado?
«Se puede sospechar que un niño está siendo abusado cuando existen cambios en su conducta y su estado emocional, disminuye su rendimiento o concentración, evita determinados entornos o personas con las que anteriormente se relacionaba o se aísla sin motivo aparente.
El mejor modo de saberlo es escucharlo y prestarle atención, creando un marco de confianza y seguridad para que aporte su testimonio».
¿Cuáles son las principales manifestaciones que indican alguna alteración?
«Entre las más frecuentes están la ansiedad, la tristeza persistente, la agresividad, el aislamiento social y las dificultades escolares, en ocasiones los niños presentan síntomas físicos sin causa aparente, como dolores de cabeza o estómago, que reflejan el impacto emocional».
¿Cómo se procede en estos casos y cuál es la conducta a seguir?
«El tratamiento psicológico depende del nivel de atención en el que se encuentre el menor. Una vez identificado el abuso, se orienta al tutor, representante legal o adulto acompañante. La conducta es guiar a los padres para que realicen la denuncia.
En muchos casos los familiares evitan denunciar por temor a llegar a instancias legales, por miedo a los comentarios sociales o porque el victimario es cercano o forma parte del núcleo familiar. Sin embargo, lo más aconsejable es realizar la denuncia a instrucción penal. Posteriormente se procede a explorar al menor, proceso en el cual participa un psicólogo.
Una vez realizada la denuncia se brinda seguimiento psicológico para minimizar las secuelas emocionales y se orienta a los familiares sobre cómo ofrecer un trato adecuado, acompañar, cuidar y proteger al niño. Se busca que el menor retome sus actividades cotidianas como jugar, estudiar y socializar, aprendiendo a reconocer cuándo puede estar vulnerable al abuso. El apoyo y el cuidado de los padres son esenciales, pues constituyen el primer círculo de confianza y seguridad del niño».

¿Qué trastornos puede desarrollar un niño víctima de abuso?
«Los trastornos que puede presentar un menor víctima incluyen depresión, ansiedad, ideas e intentos de suicidio. También puede aparecer disminución del apetito, alteraciones del sueño y dificultades en la socialización. Buscar ayuda especializada lo antes posible permite que disminuyan los síntomas y evita que estos se prolonguen en el tiempo».
¿Qué papel juega el seguimiento psicológico en la recuperación?
«El seguimiento depende de las características del niño, del impacto psicológico y de las secuelas que el abuso haya dejado. La mejoría no depende únicamente del personal de Psicología, sino también del compromiso, el afecto, el apoyo y la protección de los padres. En mi caso, he atendido a menores en el hospital porque han acudido en busca de ayuda. De forma general, pueden acudir al psicólogo o psiquiatra del área de salud en dependencia de los síntomas que presenten».
¿Qué dispositivos institucionales existen para estos casos?
«Existe una comisión provincial de validación de testimonio a menores víctimas, en la cual participo junto a un médico legal y un psiquiatra. Su objetivo es validar el testimonio del menor y definir si es confiable y útil para el proceso judicial. Actualmente me alterno con otra psicóloga y la comisión recibe todos los jueves casos de toda la región del Golfo del Guacanayabo.
El pasado año, debido a la incidencia, se realizó un estudio como tesis de una psiquiatra, de la cual fui asesora, y entre los años 2022 y 2024 se atendieron 43 menores víctimas de abuso sexual intrafamiliar.
La cifra fue mucho mayor, pues en el estudio solo se incluyeron aquellos niños que habían sido víctimas en su propio hogar; los municipios con mayor incidencia fueron Bartolomé Masó, Yara, Manzanillo y Pilón.
Los casos que atiendo directamente son aquellos que llegan en busca de ayuda u orientación, mientras que el resto se ven en la comisión de validación y, según la evaluación psicológica, se remiten a sus áreas de salud para el debido seguimiento.
También está la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia, donde radica un psicólogo que trabajaba con estos casos».
¿Qué se percibe sobre la incidencia y las denuncias?
«La frecuencia depende de cuándo los menores deciden acudir. Por lo que se percibe en Medicina Legal, la incidencia del abuso es elevada, sin embargo, no siempre se realiza la denuncia ni se ofrece seguimiento psicológico, lo que impide contar con datos estadísticos precisos y retrasa la protección y recuperación.
¿Qué llamado desea hacer a la sociedad?
«Los padres deben supervisar los diferentes espacios en los que interactúa el niño, no dejarlos solos en casa ni al cuidado de personas aparentemente confiables.
Una vez que los padres conozcan o sospechen del abuso, deben realizar la denuncia, con esto evitan que su hijo siga siendo víctima y que otros menores puedan estar expuestos. Es importante enseñarles que sus partes íntimas no se tocan y que si esto ocurriera deben informarlo lo antes posible, asegurándoles que siempre contarán con apoyo y comprensión.
Mi llamado es a la sensibilidad y la responsabilidad colectiva. Los niños necesitan ser escuchados y protegidos, cada señal debe tomarse en serio, la prevención, la educación en valores y la denuncia oportuna son claves para evitar que el abuso se perpetúe. La infancia es el futuro y cuidarla es deber de todos».
El abuso infantil no solo deja huellas visibles, sino también cicatrices emocionales que pueden marcar toda la vida. La atención temprana, el acompañamiento familiar y el compromiso institucional son imprescindibles para romper el silencio y devolver a cada niño la posibilidad de crecer en un entorno seguro, digno y lleno de esperanza.