El Mayor

Este 11 de mayo se cumplen 146 años de la caída en combate de aquel hidalgo del Puerto Príncipe camagüeyano, que conquistó con su actitud el respeto de los cubanos y huestes mambisas: El Mayor, Ignacio Agramante y Loynaz.

 

Cual paladín de la vergüenza, como muchos le llamaron, supo este hombre con alma de niño enternecer la lucha insurrecta en los campos cubanos; pero sin quitarle la fuerza y el arrojo necesario para lograr la victoria. Fue quien, como dijera Fidel Castro: inculcó a los patriotas camagüeyanos su espíritu, su ejemplo, sus extraordinarias virtudes.

 

Al graduarse de Licenciado en Derecho Civil y hacer el Doctorado, leyó en el antiguo Convento de Santo Domingo un discurso en el que aludió al régimen español, la falta de libertades, derechos y justicia, e hizo hincapié en la necesidad «de un cambio revolucionario de la sociedad en Cuba».

 

Fue ese el momento en el que dio por sentado el rumbo heroico que tomaría su vida: la búsqueda incansable de la independencia de aquella en la que dejó sus huellas en lugares como Pulido, Puente Carrasco, La Gloria, Santa Brianda de Altamira, Ingenio Grande, Embarcadero de Vertientes, Múcara, y en especial, en el Camagüey insurgente.

 

El innovador método del empleo táctico de la caballería, que le dotó de movilidad y permitió la sorpresa en el combate, fue obra de su inteligencia y audacia militar, de sus cualidades de estratega.

 

Y entre sus grandes acciones figura como la de mayor humanidad, coraje y valor, el renombrado rescate del brigadier Sanguily, que organizó con apenas 32 jinetes sin saber la cuantía de enemigos.

 

Montado en su caballo Mambí, el Bayardo blande el machete y llama a la carga, y sin temor a la muerte, lucha, vence. A los 32 años, una bala mortal hirió su sien derecha. Sus restos fueron incinerados y esparcidos en el cementerio por los españoles, porque le temían a su fuerza, a su ejemplo: íntegro, indetenible, indestructible.

 

Y aún, como dice el trovador Silvio Rodríguez: “va cabalgando, El Mayor con su herida, y mientras más mortal el tajo es más de vida”. Vida que se prolonga, que le hace crecer en gallardía como el indiscutible Mayor General del Ejército Libertador cubano.