El Uvero, victoria del Ejército Libertador

El Uvero, victoria del Ejército Libertador

Aquel disparo de Fidel a las 5.15 de la madrugada del 28 de mayo de 1957 fue el anuncio de la lluvia de fuego que los rebeldes desplegarían contra el cuartel de El Uvero. La serranía sur de la Maestra despertó entre el ruido del plomo y el ímpetu de un grupo de hombre por derrotar al enemigo opresor.

La iniciativa nació del jefe de las fuerzas a sabiendas del desembarco de un grupo de revolucionarios por la costa norte de Oriente, como estrategia para desvirtuar la atención de la dictadura y librar a los expedicionarios de la represión.

Para llegar a la zona, los cerca de 80 guerrilleros cubanos desafiaron 16 kilómetros de distancia y ocho horas de camino durante la noche, pues nada les detendría.

Ni la resistencia de los 53 soldados del cuartel, ubicado en la región del hoy municipio Guamá de la provincia de Santiago de Cuba, ni el agotamiento de la caminata previa les hicieron fallar tras las dos horas de combate intenso y sorpresivo.

El fortín quedó a disposición de los cubanos, aunque sufrieron la pérdida de los tenientes Emiliano Díaz Fontain y Julio Díaz González, Gustavo Adolfo Moll, Francisco Soto Hernández, Anselmo Vega, Eligio Mendoza y Rigoberto Cilleros. Mientras que las tropas enemigas tuvieron 46 bajas entre muertos, heridos y prisioneros.

Justo allí, el Guerrillero Heroico, Che, cumplió su doble misión en la guerra, la de combatiente y médico, primero con el fusil en manos y luego con el poder del conocimiento para proteger a los heridos sin importar el bando.

La valentía demostrada por los cubanos durante la acción convirtió al combate de El Uvero en “la victoria que marcó la mayoría de edad de nuestra guerrilla”, según valoró Ernesto Guevara.

“Nuestra moral se acrecentó enormemente, nuestra decisión y nuestras esperanzas de triunfo aumentaron también, simultáneamente con la victoria y, aunque los meses siguientes fueron de dura prueba, ya estábamos en posesión del secreto de la victoria sobre el enemigo”.

Tal como expresó el Comandante en Jefe, en aquella mañana de mayo de 1957, las tropas cubanas aprendieron en forma definitiva a ser invencibles.