
Manzanillo. Noviembre 22.- Llegar a la Escuela Secundaria Básica Urbana (ESBU) Bartolomé Masó Márquez de esta ciudad es una de sus mayores pasiones, Juana Gisela Mendoza Ramos, no es superhéroe, pero deja su huella de bondad en los cientos de estudiantes que por más de 35 años ha instruido.
«Tengo 60 años cumplidos, Comencé mi carrera de magisterio a los 22 años, cuando me gradué aquí, en el Instituto Superior Pedagógico de Manzanillo, en la especialidad de Licenciatura en Matemática, comencé muy jovencita a trabajar en el municipio de Buey Arriba como servicio social, en ese lugar adquirí mucha experiencia porque trabajé con profesores de muy buena preparación y años de trabajo en el sector educacional, todo me sirvió para mi labor frente al estudiantado».
¿Cómo llegas a Manzanillo luego del servicio social?
«De ahí trabajé en Caney de las Mercedes, en un pre-universitario, porque nuestra especialidad brinda la posibilidad de desarrollarse en esas enseñanzas; seguí aprendiendo, porque nunca terminamos de aprender – sonríe – y de ahí me trasladé aquí a la ESBU Bartolomé Masó de esta ciudad en la que actualmente me encuentro trabajando como profesora de matemática en el octavo grado.

¿Qué siente con el ejercicio de esta profesión?
«Durante todos estos cursos que he trabajado, me siento muy satisfecha y muy regocijada porque realmente es un privilegio ser educadora, porque cuántos estudiantes han pasado por nuestras manos, hoy se siente orgullo, porque son médicos, otros profesores, ingenieros, son hasta nuestros compañeros de trabajo; verdaderamente es algo significativo en nuestra vida profesional».
Un camino lleno de números, trazos, reglas, pizarrones y tizas, la rodean, esas son su mejores armas, con las que rescata del desconocimiento a los adolescentes que forma y la recuerdan.
«Aquí he tenido experiencias muy bonitas, he tenido estudiantes que fueron concursantes nacionales y se siente uno regocijado porque la razón de ser de uno es el estudiante y cuando tú ves que uno tiene resultados, uno se siente feliz porque vez el fruto de tu trabajo, al final te das cuenta que tu razón de ser la has cumplido: la razón de ser como educadora.
Ahora ya me encuentro en edad de retiro, pero bueno, estoy pensando si reincorporarme de nuevo, porque realmente es la profesión que me gusta, que me encanta, porque a decir verdad, cuando tengo una tiza en la mano me siento tan feliz, porque me siento con ese ímpetu que tiene uno de enseñar al estudiantado, de que ese estudiantado coja experiencia de la Matemática, que para ellos es una cosa tan difícil, y me encanta dar clases, es lo que más me encanta en esta vida».
Este es su amor verdadero, el que comparte con su fe cristiana y su familia; un mundo que llena con su existencia y sus estudiantes ven en ella más que una profesora, una compañera y amiga, porque así les trata; en sus clases prima el respeto y el compañerismo, elementos fundamentales para el aprendizaje.
Así es la profe Gisela, pequeña de estatura, pero grande en el aula, y poderosa con una tiza en la mano.
Gisela feliz con una tiza en la mano.