Hacemos Cuba por la dignidad plena del hombre

Los cubanos dentro y fuera de la Isla hacemos Cuba al ser protagonistas de un proceso de consulta del nuevo Proyecto de Constitución de la República de Cuba, que es en sí la actualización del texto jurídico, atemperado a los nuevos tiempos y modelo económico, político y social de la sociedad cubana, y fundamentado en el concepto de Revolución legado a los cubanos por nuestro líder indiscutible Fidel Castro.

Desde los postulados de esa definición magistral: sentido del momento histórico y cambiar lo que deba ser cambiado, esta reforma constitucional es un paso trascendente en la historia de una nación que, justo en el año en curso, conmemorará el 150 aniversario de la clarinada libertaria que nos trajo, con el sacrificio y consagración de miles de hombres y mujeres, a la victoria definitiva, a la soberanía que preserva esta nueva Carta Magna y de la cual todos somos responsables.

Con un profundo sentido humanista los 224 artículos, 87 más que la Constitución vigente desde 1976 (aunque con varias reformas), ratifican el carácter socialista de nuestro sistema político, económico y social, así como el papel rector del Partido Comunista de Cuba, único, y la voluntad del Estado de promover un desarrollo sostenible que asegure la prosperidad individual y colectiva, y garantizar la dignidad plena de la ciudadanía.

En sus líneas, libertad, equidad, justicia e igualdad social, solidaridad, bienestar, democracia, unidad, residen como principios de la nación y del Estado, organizado con todos y para el bien de todos; y el pueblo preserva su fuerza protagónica, dentro de un espacio de tierra que él edifica, dirige, resguarda, a partir de la consagración a los ideales heredados y defendidos desde aquella generación mambisa que redactó la primera Ley de leyes de la República, la de Guáimaro.

Cambios profundos, adentrados en las venas de la nación. Entre ellos, en la economía, que mantiene como principios esenciales la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios de producción y la dirección planificada, y reconoce en su artículo 21 seis formas de propiedad no estatal incluida la privada.

De los derechos de la ciudadanía, acorde a tratados internacionales con el fin del disfrute pleno de libertades, en materia de justicia y el debido proceso, incluye nuevos como el Habeas Corpus (artículo 50); en el caso de la igualdad reconoce las mismas oportunidades a todos sin discriminación, entre otras, por orientación sexual, identidad de género, discapacidad (artículo 40), y uno de los más polémicos el reconocimiento del matrimonio como “unión voluntariamente concertada entre dos personas” y no como instituye la actual Carta magna “entre un hombre y una mujer”.

En su Título VI establece el desempeño de quienes tienen el honor de hacer prevalecer el poder del pueblo, con la Asamblea Nacional del Poder Popular como órgano supremo del poder del Estado, y recoge la propuesta de renovación de la estructura del Estado: se incorporan las figuras del Presidente de la República como Jefe del Estado y la de Primer Ministro a cargo del Gobierno de la República.

Sobre los órganos del Estado, por ejemplo, establece que el Consejo Electoral Nacional tenga su carácter permanente e inserta la Contraloría General de la República, para velar por la correcta y transparente administración de los fondos públicos. Y en cuanto a los municipios se les reconoce autonomía siempre que esté acorde a los intereses de la nación.

En fin, el proyecto nos brinda una Constitución que responde a los intereses fundamentales del pueblo, que sienta las pautas para el orden jurídico del país con deberes y derechos de la ciudadanía desde las necesidades de sus hombres y mujeres y el respeto a su dignidad, independencia y soberanía; con mirada al futuro, pero sin renunciar a los fundamentos del proceso revolucionario cubano y a la cimiente martiana, marxista-leninista, que nos ha permitido llegar hasta hoy como ejemplo de libertad para otros pueblos del mundo.

A esta ley fundamental del Estado la enriquecemos con nuestros criterios, y legitimamos su supremacía sustentados en largos años de entrega a un proceso de construcción de la Cuba que queremos, de emancipación por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos, y de defensa de los valores en los que creemos.

Como la actual, aprobada en 1976 con el apoyo del 97,7 por ciento de los ciudadanos, iremos a referendo con decisión soberana para seguir ejerciendo nuestro rol como constituyentes, como principales forjadores y creadores de la Patria que nos vio nacer y a la que nos debemos en aras de que sea su ley primera, como anheló Martí, el culto a la dignidad plena del hombre.