José Antonio en nuestra resistencia

Foto: Archivo de Granma

Algo, y quizá mucho, hay de José Antonio Echeverría en las nuevas generaciones de cubanos que hoy, de un modo u otro, hacen Revolución y defienden la soberanía nacional y esta Patria no perfecta, pero muy digna.

Solo ese, el que haya devenido paradigma para la juventud cubana, puede ser motivo suficiente para celebrar este 16 de julio el aniversario 90 del natalicio de aquel líder estudiantil sensible y temerario, que rebosaba energía a su paso.

Y más que un recuerdo, la fecha nos trae su presencia ineludible, más viva que nunca, como acicate para enfrentar las tentativas imperiales de doblegarnos. 

A uno le parece estar viendo todos los días a José Antonio, en medio del constante batallar de estos tiempos, el joven que conectó con las ideas de Fidel y cayó en combate, junto a otros valerosos participantes, en los sucesos del 13 de marzo de 1957, cuando, como diría el poeta, «se abrían a los sueños, los primeros amoríos y al descubrimiento de la vocación».

Hoy, con suerte, estaría entre nosotros alentando a la resistencia y a la solución de los múltiples desafíos.

Tal vez muchos de nuestros jóvenes no sean conscientes de ello, pero su vida y su historia los inspira a no ceder ante el enorme impacto del bloqueo, ni a flaquear bajo el agobio de la batalla cotidiana que significa superar carencias, apagones, precios elevados, y otras no pocas preocupaciones y necesidades.

José Antonio Echeverría está en cada gigantesca innovación de nuestros científicos, en la solidaridad de una Medicina que infunde admiración por todo el mundo, en la resolución y el entusiasmo de los estudiantes, en los esforzados maestros y en la pelea de todo un pueblo por no dejarse desnaturalizar ni amedrentar por los alaridos de los odiadores de la Revolución Cubana. 

Dotado de un valor singular, también él hubiera expresado de un modo inequívoco y apasionado su posición ante quienes intentan despojar a los cubanos de su derecho a decidir cómo vivir, y habría sido de los primeros en desafiar las provocaciones el 11 de julio de 2021, incluidas las que tuvieron lugar en su pueblo natal.

Uno se reconforta pensando que los jóvenes cubanos de hoy tienen en común su vocación patriótica, y que el dirigente cardenense se multiplica en el pueblo.

«El Gordo», el que parecía no tener miedo, aficionado a la cultura y amante del deporte, el estudiante de Arquitectura comprometido con la causa que lo motivó a actuar, estuvo una noche, poco tiempo antes de su muerte, en casa de Carilda Oliver Labra. 

Con el paso del tiempo ella supo con claridad que había tenido el placer de conocer a uno de los revolucionarios más destacados de su tiempo. «Bastaba un solo golpe de vista para descubrir su entereza, creo que por eso despertaba tanta admiración; símbolo de la abnegación y del sacrificio», como años más tarde diría el propio Fidel.