
Manzanillo, 4 de octubre.- En una casa de esta ciudad, donde el amor se sirve en platos de comida para los que no tienen voz, Keylin Acuña Piña ha tejido, con manos humildes y corazón incansable, una red de ternura que abraza a los animales callejeros del territorio.
Su historia no comenzó con pancartas ni campañas, sino con el gesto sencillo de una niña que aprendió a mirar con compasión; hoy, esa niña es madre, líder y alma de un movimiento que transforma el dolor silente de los animales en esperanza compartida.
Desde el calor de su hogar, donde conviven mascotas rescatadas y memorias de gestos solidarios, Keylin ha convertido la sensibilidad en acción; lo que empezó como una rutina familiar, recoger, cuidar, sanar y buscar hogares responsables para perritos y gatitos abandonados, se convirtió en una causa que moviliza a vecinos, estudiantes, profesionales y voluntarios, porque para ella, cada vida cuenta, y cada mirada animal merece respuesta.
¿Cómo comenzó tu vínculo con el bienestar animal?
«Desde niña sentí amor por los animales, mis padres me educaron en el respeto y el cuidado hacia ellos, y eso mismo hice con mis hijas; en casa, cualquier animalito que aparecía en la calle, enfermo o abandonado, lo atendíamos, lo llevábamos al veterinario y luego le buscábamos un hogar responsable, era algo familiar, voluntario; los vecinos lo sabían, si encontraban un perrito o un gatito, venían directo a mí».
¿Cuándo decidiste formar parte de un grupo organizado?
«Un veterinario me contactó para integrar un proyecto que reuniera personas con el mismo propósito, rescatar, alimentar y atender a los animales sin hogar; Así llegué a la Asociación de Bienestar Animal (ABA) Manzanillo, donde trabajamos como un equipo unido, con ideas y acciones concretas, luego, junto a otros administradores, creamos Huellas del Golfo, con nuevas actividades y más voluntarios, la idea siempre ha sido clara, entre más seamos, más animalitos reciben ayuda».
¿Qué distingue a Huellas del Golfo?
«La constancia, alimentábamos todos los sábados a los perritos callejeros, hacíamos ferias para recaudar fondos, organizábamos rescates; todo nace del corazón, no todos se detienen a pensar que esos animalitos sienten hambre, frío, dolor, nosotros queremos que el mensaje llegue, ellos no hablan, pero sienten y muchas veces, lo que no sirve para nosotros, para ellos es vital».
¿Cómo surgió Animalistas de Corazón?
«En diciembre, fuimos al poblado de Troya con un grupo de personas de aquí de Manzanillo, queríamos sensibilizar a los pobladores, mostrarles que sí se puede ayudar, llevamos médicos, hicimos actividades, desparasitamos perritos y allí, el 21 de diciembre, nació la idea de crear un nuevo grupo, esta vez con participación directa de Troya, así surgió Animalistas de Corazón, que administro actualmente».
¿Qué acciones realizan hoy?
«Rescatamos, alimentamos, buscamos adopciones responsables. Si alguien pierde una mascota, ayudamos a encontrarla. Si aparece un animalito sin dueño, buscamos hogar temporal. Salimos a alimentar tanto a callejeros como a los que, aunque tengan hogar, también necesitan ayuda. Hemos trabajado con estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas, con personas dentro y fuera del país, con apoyo del gobierno, el telecentro, la radio, periodistas. La población nos llama, nos alerta, nos acompaña».
¿Qué mensaje deseas compartir con quienes aún no se han sumado?
«Que cualquier ayuda cuenta, un poquito de comida, una medicina, una mano amiga, los animalitos necesitan de nosotros, mientras más grupos existan, más lugares recibirán atención. Queremos extendernos a otros poblados, sensibilizar, crear conciencia, porque ellos no tienen voz, pero nosotros sí y podemos usarla para proteger, para cuidar, para amar».
Keilin no habla desde la queja, sino desde la acción, su voz es puente entre el dolor de los animales y la esperanza activa de quienes deciden hacer algo; en cada feria, rescate, plato de comida servido en una esquina, hay una historia que ella y su grupo escriben con ternura y convicción. Animalistas de Corazón no es solo un nombre, es una forma de vivir.