La injusticia tiembla

El día alcanzaba su máximo esplendor, y el majestuoso cuatrirreactor Douglas DC-8 de Cubana de Aviación arranca sus motores desde la isla de Barbados rumbo a Jamaica y con destino final la capital de Cuba, en él, los jóvenes esgrimistas de la mayor de las Antillas que recién habían arrasado con las medallas de oro del Campeonato Centroamericano y del Caribe, efectuado en Venezuela.
La aeronave a media capacidad, con 73 pasajeros a bordo, 11 de ellos guyaneses que venían a esta isla caribeña a estudiar medicina y cinco norcoreanos; en el momento del despegue todo era silencio, una 140 toneladas se elevan al cielo justo a las 12 y 15 del mediodía.
El vuelo CUT- 455 viajaba además con una tripulación cubana, funcionarios, directivos y otro personal que regresaba a la patria; a las 12 y 23 hora de Cuba, ocurre una explosión en el compartimiento de pasajeros y el capitán Wilfredo Pérez grita desde la cabina ¡cuidado!, al instante se informa a la torre de control lo que estaba sucediendo y solicitan permiso para regresar a la pista.
A las 12 y 27, cuatro minutos después de la explosión, ocurre otra detonación, esta vez en el área de los baños, en la sección de la cola, condenando a los pasajeros a una muerte brutal, instantánea y violenta.
De inmediato comienzan las investigaciones del siniestro para esclarecer el hecho, el más sanguinario y cruel sufrido por Cuba como consecuencia de los actos terroristas que ejecuta el gobierno de los Estados Unidos para desestabilizar la Revolución cubana.
Este luctuoso hecho ejecutado por agentes de la CIA, el 6 de octubre de 1976, llenó de dolor a todo el pueblo cubano que junto a los familiares de las víctimas, lloró, pero no claudicó, no cedió ante tal barbarie, el más horrendo de los ataques de aquel entonces en el hemisferio occidental y uno de los más brutales actos terroristas sucedidos contra nuestro país.
Todavía se siente la estremecedora voz del líder de la Revolución cubana, al pronunciarse en la despedida del duelo de tal acontecimiento que segó la vida a jóvenes inocentes, llenos de sueños, metas y aspiraciones; “No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora la injusticia tiembla!”