La paz como cultura viva, del discurso a la acción

Imagen ilustrativa
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Cada 21 de septiembre, el mundo celebra el día internacional de la paz, una jornada que nos invita no solo a reflexionar, sino a actuar.

En medio de los desafíos globales que enfrentamos como humanidad, conflictos armados, crisis migratorias, desigualdades persistentes, la paz se reafirma como un derecho, una necesidad y una responsabilidad compartida.

Pero más allá de los grandes escenarios internacionales, la paz se construye en espacios pequeños, cotidianos, donde el respeto, la justicia y la solidaridad se convierten en prácticas concretas.

Hablar de paz no es limitarse a tratados diplomáticos o declaraciones institucionales, es reconocer que comienza en el hogar, se fortalece en el barrio, se proyecta en la escuela, se defiende en el trabajo, y se multiplica en cada relación humana; es una cultura que se aprende, se enseña y se transmite.

En Cuba, donde la educación, la equidad y la cooperación han sido pilares de nuestra identidad, este día nos convoca a renovar el compromiso con una convivencia basada en valores.

La paz en el hogar implica diálogo, respeto intergeneracional, escucha activa y afecto, es enseñar a los hijos a resolver conflictos sin violencia, a valorar la diversidad de pensamiento, a construir vínculos desde el amor y no desde el miedo, la paz en la comunidad se expresa en la solidaridad entre vecinos, en la capacidad de cuidar lo común, de tender la mano, de construir juntos espacios seguros y dignos, entre compañeros de trabajo exige ética, empatía, reconocimiento mutuo y capacidad de colaborar sin rivalidades, entre amigos se cultiva en la lealtad, el perdón, la sinceridad y el apoyo incondicional.

A nivel institucional, promover una cultura de paz significa apostar por la educación transformadora, por medios de comunicación responsables, por políticas públicas que prioricen el bienestar colectivo, formar ciudadanos críticos, sensibles y comprometidos con la justicia social.

No es un estado pasivo, sino una dinámica activa que exige valentía para denunciar la injusticia, creatividad para construir alternativas, y perseverancia para sostener el diálogo incluso en medio de la diferencia.

Este día mundial de la paz nos recuerda que cada gesto cuenta, que no se impone, se inspira, no se decreta, se cultiva, no se alcanza de una vez, sino que se construye cada día como principio, porque la paz no es solo un destino, es el camino.

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