La sencillez y gracia de una mujer

Lina Ramírez Venedicto, vanguardia nacional en 23 ocasiones Foto: Roberto Mesa Matos

La Orden Lázaro Peña, de tercer grado, se otorga a trabajadores cubanos y extranjeros por extraordinarios méritos laborales, por importantes aportes realizados a la economía nacional o por una correcta y sostenida actitud ante el trabajo, ya sea en la industria, la agricultura, los servicios, la administración, la construcción, el transporte, las ciencias, las artes, la cultura o la técnica.

Tal es el caso de Lina Ramírez Venedicto, residente en el apartamento A-2, del edificio 49 del Reparto Camilo Cienfuegos de esta costera localidad de la geografía granmense, quien labora en la Empresa Pesquera Industrial EPIGRAM de aquí.

Todo comenzó a  finales de 1989, cuando se enfrentó a un lugar desconocido del cual se enamoró de inmediato, procesando camarones y langosta. Por sus resultados, ha sido seleccionada  en 23 ocasiones como vanguardia nacional, además milita en el Partido Comunista de Cuba (PCC), su dedicación y organización en la participación de los eventos de creación y las tareas sindicales, por las que ha merecido también múltiples distinciones de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).

Una sonrisa acompaña siempre a esta humilde mujer. “La risa es la sal de la vida, periodista, y ante los problemas hay que anteponer el júbilo, las ganas de seguir adelante”, comenta

“No fue fácil. Lo primero que hice fue eviscerar pescado, después pasé al proceso del camarón y por último me dieron la posibilidad de ser clasificadora de ese crustáceo y de esponja, aunque trabajamos cualquier especie. Es complejo, pero recibí el apoyo y la experiencia de mis compañeros. Lo complejo es el camarón marino porque son nueve tallas y hay que desarrollar buena precisión.”

De lo complicado que puede ser esta labor tan importante para la economía del país, sonríe y comenta: “Más o menos. Poco a poco te acostumbras y dejan de incomodarte la espalda, las piernas, aunque no debes pasarte y relajarte”.

El placer de cumplir su deber y crecer cada día más y lograr las metas que cada día se impone, más que trabajo es un deleite para ella.“Disfruto mucho ver el camarón, sacarlo por tamaños, las muestras de las tallas, más que desconchar ostiones, más difícil. Hacemos entre 300 y 400 kilogramos diarios.”

Con el canto  del gallo comienzan los días de Lina, antes de las cinco de la madrugada, hora en que  los quehaceres hogareños inician su jornada laboral, dejándolo todo prevista para que su familia no sienta durante el día su ausencia.

“Mis hijos y mi esposo saben que forman parte de mis encantos, en los que el trabajo tiene un peso decisivo porque Epigram es mi primera casa. Entro frecuentemente antes de las siete de la mañana y sin horario de salida, más cuando hay productos que debemos procesar el mismo día porque si no pierde eficiencia la labor”, comenta con orgullo y la satisfacción del deber cumplido.

“La productividad la determina la entrega con la que seas capaz de asumir lo que haces, el amor que le imprimas, la disciplina y la responsabilidad colectiva. Somos muy unidos, tenemos espacio para las bromas, las sonrisas, pero cuando hay que trabajar, es eso y punto hasta ocho o nueve horas”, apunta.

Guiada por el ejemplo de Eloína Zambrano, a quien considera como su paradigma de dedicación, disciplina y responsabilidad ante cada tarea, asume su trabajo: “voy a donde me digan, a cualquier hora. Muchos dicen, no le preguntes a Lina de trabajo, pero es que eso es lo que me encanta y disfruto, y el colectivo lo siente así”.

Cuando en unas jornadas se desarrollen las actividades por el Primero de Mayo, esta golfeña recibirá en La Habana, la Orden Lázaro Peña, de tercer grado, de la cual no siente ser merecedora. “No he hecho nada extraordinario, solo dedicarme con amor a lo que tanto me gusta. Serán instantes inolvidables que compartiré con muchos compañeros. Continuaré porque la salud y los deseos están de mi lado”.

Así entre sonrisas, esfuerzo, dedicación y esmero transcurren los días de Lina, con la fortaleza, la sencillez y gracia de una mujer.