La tecnología en manos infantiles, ¿progreso o peligro para nuestra sociedad?

Imagen ilustrativa
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En la actualidad es común ver a niños pequeños absortos en pantallas de celulares o tablets, mientras sus padres realizan otras actividades. Esto puede parecer un simple pasatiempo, pero es en realidad, un fenómeno preocupante; el uso excesivo y descontrolado de la tecnología en edades tempranas.

Y sí, aunque las nuevas tecnologías pueden ser herramientas valiosas para la educación, su abuso sin supervisión está creando una generación de niños con problemas de atención, irritabilidad y dificultades para relacionarse.

Es real que en nuestro país el acceso a internet es irregular, pero el uso de dispositivos offline (videojuegos, películas o aplicaciones descargadas) es masivo, y muchos padres no perciben el riesgo de dejar a sus hijos horas frente a una pantalla, con la idea de que es «solo un juego».

Estudios demuestran que el encierro digital puede provocar comportamientos similares al autismo; falta de interés en el mundo real, resistencia al contacto social y retrasos en el desarrollo del lenguaje. Lo que es una alerta sobre la crianza basada en la pantalla como niñera electrónica.

Uno de los mayores riesgos es la exposición a materiales violentos en videojuegos, mensajes sexualizados en redes sociales, así como animados que difunden la pérdida de valores y principios.

Cabe destacar, que la responsabilidad sobre esta problemática es enteramente familiar, por tanto me cuestiono, ¿cuántos niños en Manzanillo están siendo expuestos a material que no comprenden ni deben ver? .

No se trata de prohibir, sino de educar. Se deben establecer horarios, supervisar contenidos y, sobre todo, ofrecer alternativas como juegos tradicionales, fomentar la práctica de deportes, cultivar la lectura y crear espacios de conversaciones familiares.

En una sociedad como la nuestra, el acceso a internet y a la tecnología debe ser una herramienta, no una sustitución del afecto y la guía que todo niño necesita, no debemos permitir que las pantallas apaguen el brillo de los más jóvenes.

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