
Pensemos en lo que significa leer en Cuba. Lo primero es que el 100 % de su población puede hacerlo, no de ahora, sino desde hace mucho, cuando en 1961, la Campaña de Alfabetización puso fin a la ignorancia y abrió las puertas al saber, a cuyo estrado no puede llegarse sin la excelsa complicidad de la lectura.
Hubo, desde los inicios, el afán de que los libros llegaran a cada uno de los cubanos. La Imprenta Nacional se fundaba a tres meses del triunfo revolucionario, y pronto se inauguraría también la colección Biblioteca del Pueblo, destinada a poner en la mano de los lectores a los clásicos de la literatura universal.
La Biblioteca del Pueblo, que con grandes tiradas puso a disposición del público infinidad de títulos, y rompió las barreras «geográficas» que nos cercaban respecto a la literatura universal, no consiguió sostenerse en los últimos tiempos, no sin la intención de retomarse tan valioso proyecto, en un país que realiza ingentes esfuerzos por desarrollar su entorno editorial y, como una de sus prioridades, subvenciona el libro.
Como un proyecto más amplio, que incluye literatura infantil universal y literatura cubana, regresa a esta Feria la Biblioteca del Pueblo, una indiscutible proeza en estos tiempos, y que llega con más de 60 títulos (todos con su versión digital), un atractivo diseño y una tirada de entre 3 000 a 5 000 ejemplares. Las presentaciones tendrán lugar en todas las provincias.
Entre los propósitos del Instituto Cubano del Libro está publicar, cada año, una nueva edición de la Biblioteca del Pueblo, y reimprimir libros agotados. Se trata de una expresión coherente del relanzamiento, el pasado año, del Programa Nacional por la Lectura. Entre las acciones para garantizar su acceso a más lectores, en todas las bibliotecas provinciales habrá libros impresos de cada título y, además, estará su versión digital.
Durante la Feria, podrá descargarse gratuitamente la Biblioteca… que traerá de vuelta clásicos infantiles como La Edad de Oro, de José Martí; Oros viejos y Había una vez, de Herminio Almendros; El cochero azul, de Dora Alonso; El Principito, de Antoine de Saint Exupery; Soñar despierto, de Eliseo Diego; Cuentos de Guane, de Nersys Felipe, Cuentos de los hermanos Grimm, de Jacob y Wilhelm Grimm; Las aventuras de Tom Sawyer y Wini de Pu, de A. A. Milne, textos de los que emanan valores sin los que no podrán los pequeños de hoy ser los hombres y mujeres de bien del mañana.
Para los adultos, es grande también la seducción: habiendo dicho que se trata de 70 libros, mencionaremos solo algunos de los contemplados, como Pasarás por mi vida, de José Ángel Buesa, Cuentos negros de Cuba, de Lydia Cabrera; Cuentos de muerte y de locura, de Horacio Quiroga; Poesía completa de Nicolás Guillén (tomo i); y La guerra y la paz, de León Tolstói.
Desde hoy, en nuestras páginas de Feria, la sección Bibliofagias se acercará a títulos de esta colección, cuya lectura ha enriquecido el espíritu de millones de lectores del orbe.