Manzanillo. Octubre 22.- «Hacen falta más profesionales en este campo, personas que se inclinen por la logopedia», advirtió la MSc. Clara María Rodríguez Vázquez, Jefa del Departamento de Educación Especial de la Universidad de Granma.
En el Día Internacional de la Toma de Conciencia de la Tartamudez, la carrera de Logopedia que se estudia en la sede manzanillera enfrenta una importante disminución en su matrícula, actualmente son solo 35 estudiantes, mientras la demanda de estos especialistas en el municipio y el país crece sin pausa.
Frente a este panorama, la profesora Rodríguez Vázquez define la Logopedia como una ciencia autónoma fundamental que «estudia el origen y la evolución del lenguaje oral, escrito y facilitado para potenciar el desarrollo de la comunicación humana». Su labor, lejos de ser solo correctiva, es integral, ya que se ocupa de la prevención, el diagnóstico, la atención, la evaluación e investigación científica.
«El corazón de esta profesión es el proceso de atención logopédica integral dirigido a niños, adolescentes y jóvenes en sus contextos naturales ya sea la escuela, la familia o la comunidad. Para ello, los estudiantes en el campus Blas Roca Calderio reciben una formación que combina el rigor científico con la sensibilidad pedagógica», destacó.
Sus herramientas son tan diversas como esenciales, desde láminas y títeres hasta instrumentos musicales y libros. «En las sesiones, no es extraño escuchar melodías de Saint-Saëns o Vivaldi, utilizadas para crear atmósferas de relajación que favorezcan la comunicación».
«Una vez graduados, los Licenciados en Educación Logopedia tienen su ubicación laboral garantizada», afirma la MSc. Rodríguez Vázquez. Su campo de acción es vasto, pueden desempeñarse como maestros logopedas en escuelas especiales y regulares, integrar equipos multidisciplinarios de diagnóstico o impartir clases en escuelas pedagógicas.
«La columna vertebral de su preparación es la Práctica Laboral Investigativa, donde los futuros profesionales se enfrentan a la realidad desde las aulas, aplicando el proceso de atención integral a niños con trastornos del lenguaje y la comunicación».
El perfil del logopeda granmense es, por tanto, el de un profesional preparado para «atender a la diversidad en los diferentes contextos educativos», para construir los puentes de comunicación que nuestra sociedad necesita, garantizando la inclusión educativa y social desde edades más tempranas.