El paso del huracán Melissa por esta porción oriental, dejó un panorama de daños materiales y humanos que exige disciplina y unidad, sin embargo, junto a los esfuerzos de reconstrucción, han surgido manifestaciones de indisciplina social que ponen en riesgo la seguridad y la confianza comunitaria, se reportan casos que comprometen el restablecimiento de los servicios.
Estos hechos, aunque no representan a la mayoría, generan preocupación porque afectan directamente a las familias más vulnerables y retrasan el trabajo de las instituciones. En momentos de crisis, la solidaridad debe ser la norma, y cualquier acción contraria a ella debilita el tejido social que sostiene a la ciudad.
La solución pasa por reforzar la vigilancia comunitaria y la acción coordinada de las autoridades locales, es necesario aplicar con rigor las normas de orden y legalidad, pero también promover la conciencia ciudadana sobre la importancia de cuidar lo que se reconstruye, la denuncia oportuna de irregularidades y la participación activa de los vecinos son herramientas imprescindibles para frenar estas conductas.
Al mismo tiempo, la prensa y los medios oficiales tienen el deber de visibilizar los ejemplos positivos, las brigadas juveniles que apoyan en la limpieza, trabajadores que restablecen servicios vitales y familias que comparten lo poco que tienen, estos gestos deben ocupar el centro de la narrativa pública, porque son la verdadera imagen de Manzanillo.
La recuperación exige más que reparar viviendas o restituir cables eléctricos, es también un ejercicio de ética y disciplina social, el huracán Melissa puso a prueba la resistencia material de la ciudad; ahora corresponde demostrar la fortaleza moral de su gente, reafirmando que la solidaridad y el respeto a la legalidad son las bases para salir adelante.