Militares de EE.UU. vierten aguas contaminadas en Japón, asegurando que son seguras (y medios chinos recuerdan a Tokio el caso de Fukushima)

Una manifestación en Tokio contra una nueva base militar estadounidense en Okinawa, Japón, el 21 de febrero de 2016.Toru Yamanaka / AFP

Una decisión unilateral de los marines estadounidenses desplegados en la isla japonesa de Okinawa de verter aguas residuales contaminadas con un ácido tóxico en el alcantarillado de la ciudad de Ginowan provocó un escándalo en el país nipón. Sin embargo, los medios chinos lo compararon con el enfoque del propio Japón sobre la liberación del agua de Fukushima.

El Gobierno japonés ofreció una disculpa formal al alcalde de la urbe afectada por las acciones de las tropas norteamericanas que permanecen en la ciudad, informan medios locales. Funcionarios del Ministerio de Defensa y del Ministerio de Medio Ambiente visitaron Okinawa esta semana para discutir el vertido de aguas residuales de la Estación Aérea del Cuerpo de Marines de EE.UU. de Futenma, que se realizó sin el consentimiento de las autoridades locales y de la prefectura.

El incidente ocurrió el 26 de agosto y, según los informes, los estadounidenses notificaron con menos de una hora de anticipación a los funcionarios japoneses en Tokio y Ginowan sobre su plan. Unos 64.000 litros de agua contaminada con una sustancia peligrosa llamada ácido perfluorooctanosulfónico (PFOS) se vertieron en el sistema de alcantarillado de la ciudad. Las partes tienen puntos de vista opuestos sobre si la liberación podría ser perjudicial para el medio ambiente.

Japón construirá un túnel submarino para verter más de un millón de toneladas de agua de Fukushima al océano pese al rechazo de los países vecinos

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Inicialmente, los militares estadounidenses se pusieron en contacto con las autoridades japonesas sobre el plan para eliminar las aguas residuales de la base a principios de julio. Aseguraron que el agua fue tratada para garantizar que el contenido de PFOS estuviera muy por debajo de lo que permiten las normas japonesas para el agua potable y ambiental.

El problema es que el PFOS es uno de los llamados contaminantes orgánicos persistentes, que son notoriamente resistentes a la degradación natural y pueden acumularse en los organismos vivos durante un tiempo prolongado, causando problemas de salud.

Según el Convenio de Estocolmo sobre los contaminantes orgánicos persistentes, un tratado de la ONU destinado a combatir dichos compuestos, el PFOS se considera un producto químico restringido. En 2010, Japón prohibió su producción y actualmente permite su uso solo en algunos procesos de fabricación y con fines de extinción de incendios. El método habitual para eliminar ese tipo de ácido tóxico en el país nipón es la incineración.

Las autoridades de Okinawa querían realizar un estudio de impacto ambiental del plan de vertido de EE.UU., pero los marines no esperaron el permiso, argumentando que no podían aguardar más porque los depósitos de agua, en los que se almacenaban los desechos, estaban casi llenos y representaban un riesgo de derrame si llovía intensamente.

Las aguas de Fukushima, ¿también son seguras?

El escándalo de Okinawa fue recibido con cierto sarcasmo en China, como lo demuestra una caricatura publicada por el medio estatal de noticias CGTN. La imagen destaca un paralelismo entre el incidente y cómo el propio Gobierno japonés abordó la eliminación de las aguas residuales que se utilizaron para enfriar el reactor nuclear de la central eléctrica de Fukushima. El reactor se derrumbó después de sufrir daños por el terremoto y el tsunami de 2011.

En abril, Tokio anunció planes para liberar más de 1,25 millones de toneladas de esas aguas en el océano Pacífico en unos dos años, asegurando que sería perfectamente seguro. La noticia enfureció a muchos países de la región, incluida China, pero Estados Unidos le dio a Japón un gesto de aprobación. Pekín, por su parte, sugirió en ese momento que Tokio debería enviar el agua a Washington.