No hay fuerza capaz de quebrarnos la lealtad

Foto: José M. Correa
Foto: José M. Correa

Hoy Cuba le amaneció al sol. Aunque no son pocos los cubanos y cubanas que cada día le ganan horas al astro rey, esta es una jornada diferente.

No se llega tarde a la plaza, no cuando nos espera la compañera más querida, la que todos los años desfila a nuestro lado; o los entusiastas de la conga, o el jefe que es también amigo y cuenta con su gente, porque lleva días alistando todo, junto a la dirección del sindicato.

Muchos se encaminan a la concentración casi sin dormir, porque algún que otro niño ansioso, que va por primera vez con mamá o papá, o ambos, pasó la noche como un reloj preguntando hora tras hora: ¿ya amaneció? ¿Ya nos vamos? O tal vez los abuelos que quizá ya no desfilan, pero que están al tanto de todo, encendieron el radio bien temprano para saber «cómo va la cosa», y por miedo a hijos y nietos remolones, dieron el «de pie» a la familia.

Cada vez se ve más gente, y más, y quien se quedó dormido «pega» una carrera porque «su bloque» se le va. Si alguien pensó que sería de otra manera, si alguien esperó calles desiertas y apatía, ese alguien no conoce a los cubanos.

Esta tradición hermosa es mucho más que un mero «cumplir». Se trata de ser leales a sentimientos demasiado profundos que nos mueven, y no hay corazón patriota que aguante quedarse en casa, cuando se sabe parte de un mensaje que se dice mejor con hechos que con palabras.

Hoy es 1ro. de Mayo, hoy le ganamos al sol y, para cuando «levante», como suelen decir los campesinos, ya les habremos dicho a los incrédulos, que no hay fuerza capaz de quebrarnos la lealtad.

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