
Pablo Reyes Pelegrino, a sus 84 años, se erige como un testimonio viviente de la defensa de la Revolución Cubana durante la invasión a Playa Girón en abril de 1961. Su relato es un viaje a través del tiempo, donde cada palabra resuena con el eco de una lucha que marcó la historia de Cuba.
Recuerda vívidamente los días previos a la invasión, cuando él y otros manzanilleros estaban en la unidad de tanques de Managua. “Cuando supimos que los norteamericanos habían desembarcado, no dudamos ni un instante”, dice con determinación en su voz. La llamada a la defensa de la Revolución fue inmediata y urgente. Pablo y sus compañeros tomaron sus posiciones, listos para enfrentarse a un enemigo que, según relata, era formidable: “Los aviones B26, con las insignias de Cubana de Aviación, bombardeaban sin piedad. Hicieron mucho daño a nuestras fuerzas aéreas y a los civiles. Era un caos”.
Con orgullo, Pablo muestra las medallas que ha ganado a lo largo de su vida como combatiente. Cada una de ellas cuenta una historia, un sacrificio y un compromiso con la defensa de su patria. “No solo luchamos por nuestra tierra, sino por el futuro de nuestros hijos”, explica, mientras acaricia el carnet que lo acredita como combatiente de la Revolución Cubana. Este documento es más que un simple papel; es un símbolo de su valentía y dedicación.

A medida que avanza en su relato, se siente el fervor en su voz. Habla de la camaradería entre los manzanilleros, del valor que mostraron en medio del fuego cruzado y de cómo se unieron para proteger lo que consideraban un ideal sagrado. “Éramos jóvenes y teníamos fe en la Revolución. Sabíamos que estábamos luchando por algo grande”, afirma con nostalgia.
Pablo Reyes Pelegrino es el último de los manzanilleros que combatieron en Girón que aún vive. Su testimonio no solo preserva la memoria de aquellos días heroicos, sino que también sirve como un recordatorio del costo de la libertad y la soberanía. Con cada historia que comparte, mantiene viva la llama del espíritu revolucionario y el orgullo de una generación que se levantó para defender su país frente a la adversidad.
“Hoy miro hacia atrás y siento orgullo”, dice con una sonrisa melancólica. “Hicimos lo que debíamos hacer. Defendimos nuestra revolución y nuestra tierra”. Su legado perdurará en las generaciones futuras, recordando siempre el valor y el sacrificio de aquellos que lucharon en Playa Girón.