
Desde hace 33 años el noveno día del primer mes del calendario siempre llega a los cubanos con el recuerdo de una de las páginas más tristes de la historia de nuestra nación. En aquella jornada Cuba perdía a tres de sus entregados hijos que formaban parte del Ministerio del Interior, (Minint) y un cuarto joven, también de las filas del MININT, se encontraba en el filoso hilo entre la vida y la muerte al ser gravemente herido.
El terror se vivió aquella noche en la base naútica de Tarará, cuando siete asaltantes, irrumpieron en el sitio, justo en el litoral habanero, con el propósito de llegar a costas estadounidense y acogerse a la Ley de Ajuste Cubano.
La muerte sorprendió de manera trágica al soldado Orosmán Dueñas Valero, de Tropas Guardafronteras, el sargento de tercera Yuri Gómez Reinoso, de la Policía Nacional Revolucionaria; y el custodio Rafael Guevara Borges, a quienes atacaron a traición y acribillaron a balazos.
En esa acción el sargento Rolando Pérez Quintosa al escuchar disparos, acudió en auxilio de sus compañeros, pero al enfrentar solo a los siete asaltantes, cayó luego de cuatro balazos.
A partir de ese momento su vida dependía de la suerte al ser afectados órganos vitales por las heridas de las balas y una inoportuna infección, que pudo ser atacada con un medicamento negado precisamente por el gobierno de los Estados Unidos, único lugar donde se podía encontrar más cercano a esta isla el antibiótico, que sólo fue posible su entrada a Cuba gracias a la solidaridad de amigos de otros países más lejanos que venciendo los obstáculos del bloqueo, no pudieron llegar a tiempo para administrar el remedio a Pérez Quintosa, pues su último aliento lo brindó 37 días después.
Desde el 9 de enero de 1992 el pueblo estuvo atento de la evolución de Rolando Pérez Quintosa, y sufrió en largas jornadas de espera y esperanza, que el muchacho no pudo vencer.
Los autores del hecho no lograron abandonar el país, tal como era su inicial intención, porque todas las embarcaciones estaban desactivadas. Por la rápida acción de las fuerzas del Minint, del Sistema Único de Vigilancia y Protección, y del pueblo, estos fueron capturados y llevados ante la justicia, incluyendo uno de los hijos de Manzanillo, que aunque no fue autor de los crímenes, sí formó parte del grupo que quería abandonar ilegalmente al país.
A 33 años después de este trágico suceso Cuba recuerda con dolor esta fecha, y demuestra que no olvida a sus hijos que se inscriben en las gloriosas páginas de la historia en defensa de la libertad y soberanía de un pueblo que lucha para vencer.